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UN SILLÓN HABITA MI CASA


En mi casa hay un ser vivo que parece un sillón de madera y enea. Su piel muestra vetas profundas y nudos oscuros. No puedo sentarme en él mientras me mira en silencio con sus ojos de olivo.

No habla, pero, cuando sopla el viento, cruje con un suspiro de incomprensión. No anda, pero busca la ventana dándome la espalda.

Los días de lluvia se queda mirando el jardín. Tan alto y melancólico parece un caballero contemplando el solar de sus antepasados.

¡Estremece recordar que mi casa se asienta sobre un antiguo olivar!

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