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EL ENFRENTAMIENTO

Érase una vez, una niña que pasó ocho años en la cama, por las muchas operaciones costosas de recuperar, y como Virginia Wolf ella quería tener una “silla de ruedas” propia.
Para pasear y respirar la frescura de la calle, fuera del ambiente del Sanatorio.
Eran unas ansias locas, y cuando por fin la consiguió, una de las primeras cosas que hizo fue escaparse
Un sábado tras haber pedido permiso a la Sor, y habiéndoselo negado, no pudo resistir por mas tiempo y se escapo, por detrás, donde se iba a la lavandería sin que nadie la viera.

Enfrente, había un bar, allí le esperaba, su amigo y un mezcla de sentimientos muy fuertes que navegaban por su corazón.

Hacia poco que se conocían, Manuel había tenido un accidente la policía le disparo, no fue en ningún acto de heroicidad, la sórdida realidad es que estaba robando una gasolinera, le pillaron, le dispararon y quedo parapléjico.

Rodando con las sillas se dispusieron, hasta que les flaquearon las fuerzas, al acercarse a la parada el taxista se negó, el siguiente puso excusas y el tercero se fue.
Sacaron del bolso un minúsculo papel y un lápiz, que en la lejanía del tiempo imaginamos ver un sable y una red que con agilidad al viento, intentan reducir a esos villanos que les estaban hiriendo y avasallando, con firmeza anotaron la matricula, para poner una denuncia

Trascurridos 30 años poco ha cambiado, esa realidad, en proporción a lo ríos de tinta vertidos, en propuestas, solicitudes, instancias, denuncias, reuniones, congresos, seminarios, para cambiar esta desigualdad tan feroz

Demasiadas veces les han echo sentir mal tratados en desprecio y humillación como ciudadanos, su gran delito ir en sillas de ruedas y querer vivir.

Colorín colorado este cuento, aun no ha terminado.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Tanta injusticia y discriminación.
Ay mundo querido, es tan fácil destruir...
Para construir se necesita un poquito de esfuerzo, y disponibilidad.
Tenemos el regalo del libre alberdrío y nos vamos por lo fácil, guiados por el egocentrismo.
Defendemos, como fieras, lo que creemos que es nuestro

Anónimo dijo...

He leido su cuento y me ha venido a la mente, esa frase de Plauto, El hombre es lobo para el hombre.

Anónimo dijo...

ya me hasrta que escriban cosas tristes

Anónimo dijo...

Esto no es un microrelato es una denuncia, yo tambien estoy harto de gente que utiliza la silla de ruedas como un ariete y como escusa para avasallar me parece mal disfrazarlo de relato, hay buena y mala gente en todas partes.
Por cierto ningun comentario juzga el relato, ami no me ha gustado.

Anónimo dijo...

Relatar una vivencia, no es escribir cosas tristes,sencillamente es relatar una realidad de la muchas que hay en este mundo.
Me gusta

Anónimo dijo...

Me molesta sobremanera que halla por ahi personajillos que utilizen arietes de plastico de todo a cien, para tocar las pelotas a los demas.