230

SEXTO DEDO

Absorto en mi pintura, estoy esperando a mi editor. 400 pesos en estos momentos en que estoy sin blanca, me sacarán del apuro. De súbito, al rascarme la cabeza, descubro un sexto dedo. ¿Seis dedos? Quizá me he vuelto loco, y de tanto escribir ya saqué un nuevo amigo de mi mano. No, es como si fuera un holograma. No puedo rascarme con él, pero si lo siento físicamente, como un apéndice fijado en mí. Recuerdo a mi hámster, bombón, que con sus pequeños pies, recorre su jaulita como si quisiera hacer de ello su vida, disfrutando puerilmente, lo que a mí me cuesta trabajo hacer.
Desesperado, no espero a mi editor e intento pensar en otra cosa. El libro de Chris Isherwood que estoy releyendo "Mister Norris Cambia de tren", me gusta por su estilo. Me atrae más "La violeta del práter", porque habla del mundo del escritor. Pero volvamos a mi sexto dedo. No estaba allí en la mañana, ni al mediodía. Ahorita pasan de las tres de la tarde, y mi móvil ha estado recibiendo mensajes.
Este día no logro atinarle a nada.
Es hora de ir a casa y comer algo. Trato, sin conseguir evadir la mirada de mi mujer sobre este extraño apotema, de comer. Mis dedos se resbalan, y el recién aparecidito, se ríe de mi temor. De noche, ya vencido por el cansancio, duermo como un lirón y sueño que mi sexto dedo es un nuevo talento.
Al despertar, ya no está, pero en mi cabeza, surge el tema para un nuevo libro. Quizá el sexto dedo fue mi aviso... ¿O lo soñé? Sin embargo, me pica en donde él estuvo, y tengo la sensación que esto, no se ha acabado

No hay comentarios: