Compartiría la eternidad

Conchi
Yo compartiría la eternidad con mi amigo Misceláneo, porque me parece un chico extraordinario, que sólo quiere que yo le haga un poco de compañía. Me voy todas las noches a su habitación y hablamos de todo a la vez.
A mí me hace unos líos en la cabeza que a veces, por no dejarle con la palabra en la boca, me aguanto y escucho sus discursos. A veces me parecen interesantes, pero otras veces son un rollazo. Como yo también estoy sola aquí, en la residencia, pues me aguanto, que así tengo un amiguete con quien charlar.
En realidad, yo le llamo así, Misceláneo, porque nunca se decide a contar una historia cada vez, no tiene bastante.
A las 21:00h, después de cenar, me meto en su habitación hasta las 22:30h que me mandan a la cama, cuando me dicen las cuidadoras “Venga, niña, a la habitación, que te tenemos que acostar”. Yo me quejo todas las noches, pero me da igual, no hay forma de que me dejen la última y me acuesten a las 23:30h.
Ellas me dicen que tengo todo el día para hablar con él, pero no se dan cuenta de que Misceláneo se pasa la mañana en el gimnasio, porque si no le quitan la silla los terapeutas, y por la tarde está viendo la tele o durmiendo, que no sale de su habitación. Nunca sale a tomar el sol ni nada de eso.
Y yo también tengo las tardes ocupadas, que tengo que ir a ParqueSur o al gimnasio, que tengo que entrenarme para los campeonatos de boccia... Y además está la guardia civil (es como yo llamo a mi madre), que no creo que le gustase, después de venir desde Madrid cada día, que la deje sola para irme a hablar con Misceláneo.
Ahora Misceláneo está en el hospital, lleva dos semanas allí y por más que pregunto a las enfermeras no me dicen nada.
Yo me temo lo peor, porque tiene una enfermedad degenerativa de la que ya se han muerto sus dos hermanos. Pero a día de hoy todavía no han precintado su habitación, así que tengo esperanzas de que vuelva para seguir compartiendo la vida con él, antes de compartir la eternidad.

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