(Amigos:
Os comunico que ha muerto Paco Guzmán a día de hoy, 11-IV-2013, miércoles de abril y despejado.
Murió como ha vivido, con determinación, irremediablemente.
No os cortéis en gritar, su madre grita de rabia y todos gritamos también y lloramos.
Abrazos a todos, como nos desea Manuel S. desde Mallorca… “y para ti también, Paco...ahora más ligero”.
Os comunico que ha muerto Paco Guzmán a día de hoy, 11-IV-2013, miércoles de abril y despejado.
Murió como ha vivido, con determinación, irremediablemente.
No os cortéis en gritar, su madre grita de rabia y todos gritamos también y lloramos.
Abrazos a todos, como nos desea Manuel S. desde Mallorca… “y para ti también, Paco...ahora más ligero”.
A
continuación os insertamos uno de los últimos textos del blog de
Paco Lágrimas en la lluvia)
Paco
Guzmán
Uno
aprendió demasiadas disciplinas… tonterías que se toleran cuando
buscas que te quieran, y al final descubres que no te quieren a ti…
sólo al dócil disciplinado. Puede llevar toda una vida aprender de
este error.
Cada
vez aprendo menos de las disciplinas y sus discípulos, y más del
amor a mí mismo y sus allegados. Será porque lo primero de todo me
amaron, antes que ninguna disciplina marcara con su látigo mi
comportamiento.
Será
por eso que hoy puedo ir desnudándome poco a poco de mis disciplinas
hasta que la primera y más antigua de ellas, el miedo, caiga por
siempre a mis pies y, con mucho pudor, pero sin pausa, no quede más
que yo mismo.
Otros
no tendrán tanta suerte…
LA
BARBIE LIGERA
Rosa
Yo
soy una barbie, alta, rubia, de ojos azules y tipito. Los escritores
principiantes describen así a sus heroínas, pero yo no soy una
ficción. Y lo sé porque soy, además, la barbie ligera.
Ninguna
barbie, ni la meona ni la barriguita ni la llorona ni ninguna, se
mueve con la ligereza que yo me muevo. Porque las barbies ligeras
como yo se venden con su sillita de ruedas y su amplia autonomía, a
diferencia del resto de barbies, que ni saben andar ni se entrenan.
Pero
ser guapa en silla de ruedas también tiene sus inconvenientes. Por
ejemplo, me dan lástima los que caminan porque no han descubierto la
comodidad de desplazarse sentados por las aceras. Y compadezco a los
que trabajan, porque ellos obedecen a un jefe. Las barbies ligeras
como yo sólo tenemos que obedecer a ciento veinte cuidadores, del
director para abajo.
Y
compadezco sobre todo a las madres, que nunca terminan de criar a sus
hijos, ni siquiera después de haber criado a los nietos.
A
nosotras no nos alcanzan estas desgracias y otras muchas, como el
entrenamiento para la danza, el carrito de la compra, las reuniones
de vecinos en la escalera o de padres en el cole.
Eso
sí, nos depilamos y usamos compresas, como todas. Quiero decir con
esto que las barbies ligeras, cuando hacemos nuestro autorretrato,
descubrimos que somos tan desgraciadas como las demás barbies, con
la ventaja de serlo sentadas, eso sí, que no es poco.
LA
POBREZA
Conchi
Ricardo
pedía en la puerta de la iglesia de la beata Mariana. Pedía dinero
o comida y yo cada vez que iba a misa le echaba unos centimillos. Mi
madre, que siempre llevaba algo en el bolso, le daba un euro. Alguna
vez hasta le llevó ropa de mi padre, que se le había quedado
pequeña. Pero luego vio que era para beber vino y dejó de darle
dinero y ya sólo le llevaba bocadillos. Esos bocadillos eran de
chorizo, jamón, salchichón, etc.
Yo
me preguntaba por qué Ricardo no estaba en un albergue, porque tenía
unas barbas cochambrosas y necesitaba un baño urgentemente. Luego se
fue a la iglesia de San Basilio a pedir.
Hasta
que un día lo cogieron los servicios sociales y le cortaron el pelo,
la barba y le metieron en la bañera.
Cuando
volvió, le vi más cambiado que nunca. Quería rehabilitarse de
tanto beber vino, y fue a pedir trabajo al INEM, y sólo le
ofrecieron trabajo de barrendero. Y Ricardo se dijo: “A
mí no me importa, mientras que tenga un plato caliente todos los
días”.
Y se puso a trabajar, que ya no lo conocía nadie de lo que había
cambiado.
Con
el tiempo le vi vendiendo pañuelos y limpiando los parabrisas de los
coches que se paraban, en los semáforos. Algunos conductores no
querían que les limpiasen los cristales: “Déjalo,
que los tengo limpios, que ayer los lavé”.
Volvía a tener barba y estaba un poco más viejo, con los pantalones
rotos, la camisa toda llena de agujeros y los zapatos casi sin suela.
Por
lo visto cuando le cumplió el contrato de barrendero no se lo
renovaron porque no era el más eficaz. Eso fue lo que le dijeron y
él no protestó.
Porque
Ricardo sabía que no servía para eso de barrer calles. Y tampoco
para atracar bancos o para robar bolsos. Por eso se había quedado en
un semáforo limpiando cristales, eso lo hacía bien.
¿DE
SANTOS?
Laura
No
tengo ningún santo predilecto. Hay personas que veneran a uno en
concreto, aunque yo no conozco a nadie, sólo conozco a Dios. Pero
haberlos haylos, como meigas. En Galicia se habla mucho de los santos
y de las meigas.
Viví
varios años en A Coruña en una casa alquilada, cerca del hospital
donde trabajaba, y así podía ir andando a mi trabajo. Era una casa
grande y yo estaba sola, por eso trabajaba a destajo todos los días,
menos el día de Santiago, que era no laborable. Desde entonces llevo
a Galicia en mi corazón.
Allí
conocí a Jacobo, no sé por qué me ensimismó. Él vivía lejos y
yo hacía kilómetros y kilómetros por carreteras tortuosas con mi
SEAT 127 para verle en Corcubión. Nunca me expliqué por qué me
atraía este caballero que no tenía nada de especial. Así son los
amores locos, yo necesitaba contacto con alguien y fui a fijarme en
una persona que vivía lejos de mi casa.
Soy
católica, pero no venero a ningún santo, sólo a Dios, el ser
supremo. No hablo nunca de Dios con la gente, lo que siento, no lo
puedo evitar. Dios es un ser especial para mí y no sé cómo
expresarlo. Pienso en Él muchas veces, no tantas como cuando
trabajaba en una unidad especial de enfermos de corazón.
A
ningún paciente se me ocurrió hablarle del sentimiento que yo tengo
de Dios. Sigo actuando así, sin saber el motivo, es algo muy
personal. En los momentos difíciles de mi vida acudo a Él y le digo
“Dame fuerzas”. Y siento que me da valor para afrontar mis
problemas.
Dios
es un ser superior que está en todo lo que me rodea. Lo noto en la
vida. Todos los días, cuando me despierto, le doy gracias por
haberme despertado y permitirme servir aún a los demás. Esto es
fácil de decir, pero me resulta muy difícil explicar lo que yo
siento.
Mamá
fue la primera persona que me habló de Dios. En nuestra casa se
notaba su presencia, pues siendo seis hermanos estábamos muy unidos
y así seguimos ahora.
Siempre
doy gracias a Dios por mantener unida a la familia y por todo lo
bueno que me proporciona.
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