Sentada del 16 de enero de 2014


UNA HISTORIA IMPOSIBLE
Mercedes
Había una vez un rey que tenía tres hijas: la mayor era muy lista y estudió Matemáticas. Era un genio de la Topología y daba miedo a los hombres por su sabiduría. La hija del medio también era lista y estudió Químicas. Tenía el mismo problema que la mayor, los hombres se daban cuenta de que sabía más que ellos de todo y no conectaba bien con nadie. La pequeña, sin embargo, era más rebelde y le gustaba la poesía. Siempre estaba rodeada de chicos y se fue a enamorar del jardinero de palacio.
El rey, que no estaba muy tranquilo sobre el futuro de su familia y de su reino, ya solo deseaba verlas casadas. Y prometió que la primera que encontrase marido sería la heredera del reino.
Pero no sabía nada de los amores de la pequeña. Cuando se enteró montó en cólera.
–Insensata, tú quieres acabar con mi vida y con el reino.
–Gonzalo es el hombre de mi vida, ha entrado en mi corazón como un rayo, y para quedarse para siempre.
–¿Pero en qué cabeza cabe que la hija de un rey se enamore de un gañán? Te voy a encerrar en el castillo y no volverás a ver el sol.
–Lo quiero demasiado, jamás renunciaré a su amor. Puedes hacer lo que quieras conmigo, pero nada vas a conseguir.
El caso es que el rey encerró a la infanta en el castillo y la niña se comunicaba con su amor a través de cartas que su criada se encargaba de pasar a uno y a la otra.
Y su amor, en vez de menguar, crecía con estas dificultades.
Cuando las hermanas mayores se enteraron de esta barbaridad, su hermana pequeña prisionera de su propio padre, pidieron audiencia al rey y le cantaron la gallina bien cantada.
–Eres más tonto que el rey Lear, –le soltó la mayor– que mira que era tonto.
–Haces un problema de lo que tiene que ser la solución para ti y para el reino –le dijo la otra.
–Dios mío, ¿en qué me he equivocado? ¿Qué he hecho yo para merecer el castigo de estas hijas tan insensatas?
–En todo, te has equivocado en todo. Antes de poner condiciones para heredarte, tenías que haber consultado con nosotras –dijo la matemática.
–En todo caso, te hubiéramos informado de que no nos interesa el poder ni el trono, sino la ciencia, a nosotras dos. Ahora ya lo sabes. Si no nos casamos es porque no queremos, pero no vamos a disputar el trono a nuestra hermana, mucho más preparada que nosotras para las relaciones humanas y para hacer amigos, que es lo imprescindible para dirigir un reino.
–¿Pero cómo va a reinar la esposa de un jardinero?
–Reinará la hija de un rey –dijo la matemática.
–Y la hija de un rey se enamora de quien merece su amor –dijo la química.
El rey se afloja y habla muy seriamente con la princesa prisionera.
–Mandaré al jardinero a estudiar al extranjero para probar su amor y sus capacidades. Y a ti te exijo más preocupación por los intereses del reino de la que has tenido hasta ahora, y que termines tus estudios.
Ambos aceptan estas condiciones del rey, mucho más razonables.
Y se preparan para sucederle. Y continúan amándose con locura.

CUADERNO AZUL / 16
Carmen
Creo en un castigo proporcional y no demasiado severo. Si me hubieran castigado a mí un poco más, hubiera salido un poco más responsable de lo que ahora soy. ¿Qué hay de malo en que te den una torta alguna vez? Añoro las tortas que recibía mi hermano de mi padre. Si me las hubiese dado a mí, tal vez hubiese aprendido a no hacer trastadas y a tomar decisiones sobre lo que me conviene o no conviene. En el mundo no todo es dulzura, también hay lágrimas y sinsabores.

Ahora se habla de una pedagogía sin castigos, se dice que los niños que no son castigados son felices y dichosos. Tal vez sea verdad, pero yo creo que, en coherencia, tampoco tendrían que ser castigados por la vida cuando se hacen adultos. Estos niños se van a hacer un barullo cuando tengan que trabajar por nada o sean despedidos por nada.

Era enjuto, barbudo, con el cuerpo lleno de tatuajes, vestido con vaqueros negros. No tenía a nadie que me acompañase al cine y lo tuve que presentar en casa. “Es miembro de Auxilia”, dije yo. Y mi padre dijo: “Son más formales los de la Frater”. Pero le dije que pasase.

Yo no creo en una sociedad sin castigo. Me acuerdo que una vez, era muy pequeña, estaba en Górliz, en Bilbao, interna, era el día de mi Comunión y había comido mucho, pero dejó mi madre sobre una mesa pasteles que había comprado. Yo me arrastré como pude hasta allí y los zampé todos, pero todos, como un verdadero buitre. Y cómo no, al poco devolví la comida y los pasteles. Y la monja reprendió muy seriamente a mi madre, por habérmelos dado. Y mi madre farfullaba disculpas. Entre tanto, yo, allí delante, callada como una pared.

Un personaje literario que me gusta especialmente es el de Un capitán de quince años, el prota de la novela de Julio Verne. Quién lo viera tomando decisiones de adulto y con un cuerpo de chiquillo: es uno de los personajes que más me han interesado, con el que más me identifiqué siempre. Tiene mucho carácter, y voluntad de ayudar. Me lo imagino un crío y vestido de marinero, vamos, de Comunión.

Se busca mago para devolver el carisma a los líderes de la izquierda.

Busco novio cubano para forrarme en Tómbola (o como se llame ahora).

CUARENTA Y UN NOVIOS
MaryMar

Solo he tenido cuarenta y un novios, pero no me acuerdo del primero.
Del que más me acuerdo es de Miguel, que cosía conmigo en el taller y me clavaba la aguja en el culo menos que yo a él. Era guapo y simpático como el mismo demonio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué perra coje esa Carmen con los castigos! Pues vive en una sociedad en que difícilmente los castigos pueden ser más brutales, salvo para los corruptos (piénsese en la cárcel, piénsese en la tortura, piénsese en los despidos arbitrarios o en el mismo trabajo mal pagado, o piénsese en los bombardeos y agresiones a terceros países para robarles sus materias primas)y sin embargo no es una sociedad saludable para sus ciudadanos, y mucho menos feliz , sino enferma, muy enferma.

Salud y más abrazos y menos castigos, Carmen.