Sentada del 31 de enero de 2013


CÓMO ROBAR UN CHALET EN UN PINAR
Mercedes
Trabajando toda la vida para ahorrar cuatro euros para poder comprar un cacho de chalet, y años de quitarse muchas cosas para poder pagarlo. Pero en un momento, los cacos se han llevado lo que han querido.
El sábado nos fuimos a pasar el fin de semana al chalet. Y al llegar, a la puerta de la valla, nada más salir del coche, mi hermana vio la puerta de su casa abierta de par en par y sospechó que algo malo había pasado.
¡¡Huy!!¡¡Está la puerta abierta!!¡¡Aquí pasa algo malo!!
Y efectivamente, pasaba algo malo.
Fue corriendo a la casa y vio que estaba la puerta rota. Cuando entró, vio todo tirado y la luz encendida. Mi cuñado y mi madre fueron corriendo detrás a ver lo que había pasado.
Vieron que estaba todo tirado, que la televisión no estaba, que el secador del pelo tampoco, y la cafetera tampoco estaba. La puerta del mueble bar estaba abierta, miraron y comprobaron que se habían llevado todas las botellas buenas que tenían almacenadas: güisqui, licor del bueno, coñac.
Entonces mi cuñado fue a hablar con el vecino para contarle lo que había pasado. Es cuando el vecino le contó que había visto un coche negro volkswagen hacía unos días aparcado en la puerta. El vecino pensó que era un amigo de la familia, y no sospechó nada. Mi cuñado llamó a la policía con el móvil para informar de lo que había pasado. Y enseguida se presentó la policía en el chalet y escribieron todo lo que había pasado y los destrozos que habían hecho.
Cuando comprobaron lo que había, se fueron al poco rato. Después volvieron otra vez con un detective a tomar huellas dactilares, el detective inspeccionó todo y nos dijo que no tocáramos nada hasta que hubiera acabado de tomar huellas. Y el detective se quedó a hacer su trabajo y, mientras, mi cuñado se fue con la policía al cuartel de la Guardia Civil a poner la denuncia.
Nos contó que allí había mucha gente en ese momento con el mismo caso que el nuestro, por lo que tuvo que esperar muchas horas para que le atendieran. Mientras tanto, mi hermana llamó al seguro para dar parte de lo que había pasado.
El vecino nos contó que a él ya le han robado cuatro veces. No sabemos si han robado más casas en esta zona.
El problema peor era que la puerta estaba rota y teníamos miedo. Esa misma tarde la arreglaron un poco, pero todavía tienen que esperar a que les pongan otra puerta nueva porque ha quedado destrozada, con un boquete que no tiene arreglo. Por lo tanto, mi hermana sigue intranquila y preocupada, porque así le pueden hacer cosas peores en el chalet.
Ha sido un golpe muy duro. Ese chalet es nuestro refugio de verano, también vamos los puentes, los fines de semana y las fiestas. El chalet está todo rodeado de pinos, y el aire huele a fresco.
Mi madre tenía mucho miedo y quería volver a la casa de Madrid pronto, no fuera que volvieran a aparecer otra vez los ladrones. Se nos ha quedado el disgusto y el miedo en el cuerpo.
Yo pienso que ahora hay más delincuencia y más sinvergüenzas que antes, no roban para poder comer, roban para vicios y droga. No se dan cuenta de que destrozan su vida a la vez que molestan a la gente trabajadora. Que roben a los banqueros y a la gente que tiene pasta, no a los pobres. En el chalet de mi hermana había comida y no se la llevaron. Sin embargo, las botellas de alcohol, sí, y lo que más dinero valía, también.
La policía le dijo a mi hermana que hiciera una declaración por escrito de todo lo que le faltaba.
Mi madre también tiene una casa en un pueblo de Toledo. Desde que murió allí mi padre, hace diez años, no hemos ido casi. Pero por desgracia también hay ladrones allí. Una vez rompieron el cristal de la ventana de atrás y entraron. No se llevaron nada, excepto las botellas de alcohol, porque no había nada de valor.

INSATISFACCIÓN
Laura
En Matas Rubias, un pequeño pueblo de Badajoz, se vive con muchas necesidades. No hay un médico que atienda en la enfermedad ni un supermercado donde las amas de casa puedan comprar. No hay escuelas, y los niños reciben la educación en la casa familiar. Ningún vecino conoce el agua corriente en la vivienda, tienen que ir al caño y en tiempos fríos como éstos el agua está helada. Las madres tienen que calentar el agua para que todos puedan lavarse.
El resultado es que todos los vecinos están insatisfechos. Y nadie lleva tan mal la insatisfacción como Cecilia. Ella sabe por su amiga Catalina cómo se vive en la Ciudad y envidia esa vida: allí el agua fría o caliente entra en las casas, lavan la ropa en una máquina con sólo tocar un botón y no hay que salir al río los días de invierno. La casa no se calienta con la lumbre de la chimenea, hay una cosa que llaman calefacción central, que no produce humos ni funciona con leña.
Catalina, ya con sus 18 años, anhela salir de Matas Rubias, tener amigos y amigas para divertirse un poco. Sueña con vivir en la Ciudad. Pero es algo que le resulta difícil, pues no tiene dinero ni está preparada, no ha aprendido ningún oficio, apenas ha viajado, excepto a los pueblos cercanos al suyo, donde se vive igual de mal que en el propio.
Ella quiere salir de esta situación que la ahoga bastante. Su problema es que no sabe cómo liberarse del pueblo y esto le produce angustia. Por fin consigue de sus padres la ayuda económica suficiente para probar un tiempo en la Ciudad.
Se pone en contacto con su amiga Catalina, que le proporciona una pensión como primera acogida. Busca trabajo y no lo encuentra, porque no tiene experiencia en ninguna actividad laboral propia de la ciudad. Pasados dos meses se encuentra sin dinero y sin trabajo, y lo que es peor, se siente más insatisfecha que en el pueblo.
Ha decidido abandonar la ciudad.


ENAMORADA, Y NADA MÁS
MaryMar
Yo estuve un día enamorada de un chico que era más guapo que la persona más guapa del mundo.
Yo le decía piropos y él también me decía palabras bonitas, palabras cariñosas:
Te quiero más que a un caramelo de fresa.
Yo a ti también, y me gustaría ser tu compañera, y que nos lleváramos bien y estar toda la vida juntos, viviendo en Granada, y hacer amigos y ver la Alhambra.
Y nada más.

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