Sentada del 31 de octubre de 2013


AÑORANZA
Mercedes
Una persona contenta es aquella que lo tiene todo en la vida, que no le falta de nada y no padece de ninguna enfermedad.
Así es feliz la gente, porque si no hay dolores estás contenta.
La salud es el mayor tesoro que puede tener una persona, porque si te falta la salud ya puedes tener todo el oro del mundo, que nunca estarás contenta y feliz como ves que otros están.
Hay mucha gente que tiene mucho dinero y no es feliz. Está amargada por no tener salud.
Mi tía, la hermana de mi madre, no es feliz, aunque tampoco sé por qué. Siempre está llorando. Por todo, porque no le llega el dinero a fin de mes, quizá, o por falta de salud, quizá, no puedes hacerla mucho caso.
Cuando se pone llorona le decimos que no llore tanto que así no va a conseguir nada ni mejorará su vida. Todo lo ve muy negro ella. En la familia hemos decidido que ya no vamos a hacerla ningún caso y que vamos a pasar olímpicamente de sus quejas, para ver si de esta forma le cambia esa manera tan negra de pintar su vida.
Cuando era yo pequeña, vivíamos en un barrio muy obrero, muy popular, y todas las familias éramos bastante humildes. Allí había mucha amistad y una humanidad increíble entre todos nosotros, vivíamos más en la calle que en la cocina, todos de tertulia.
Cuando cumplí los diez años vinimos a vivir a Aluche. Pero yo tengo mucha nostalgia de aquellos primeros años de mi vida y de las gentes que vivían en el barrio –y no digo su nombre porque había muchos parecidos, Madrid no era tan burguesa como ahora.
Me acuerdo sobre todo de dos familias muy especiales, de mis amigas Milagros y Carmen y del amigo de mi padre, que se llama José Martos. Me acuerdo tanto de ellos que me sigue pareciendo que a mi vida le falta algo, como si mi casa estuviese algo vacía. Cómo me gustaría verlos otra vez en mi casa.
Y ahora que recuerdo, yo, que nunca me alegré del mal de nadie, le tengo enfilado a un tipo. Es un hombre de aquí, de la residencia, (no digo su nombre por razones obvias) y confieso que me alegro de todo lo malo que le ocurre al tío, lo mismo si le deja la novia que si le cita un juez. Me ha hecho tanto daño que, el día que ese sujeto la palme, ese mismo día voy a pillarme un pedo de padre y muy señor mío. Es un cabronazo como pocos, porque ha hecho mucho mal a todo el mundo aquí, no se merece otra cosa.
Escribe una y te das cuenta de lo larga y entretenida que es la vida. Hay de todo, sí.

COMPAÑERO
Laura y adredista 1
Es muy difícil encontrar aquí, en la residencia, un compañero para comentar cosas. Todos estamos tan ocupados en sobrevivir que no vivimos.
Yo encontré a un compañero que se llamaba Ramón. Era 25 años mayor que yo y siempre pensé que él me encontró a mí, una persona buena, muy dependiente y muy callada.
Es curioso, yo quería alguien con quien hablar y Ramón apenas hablaba conmigo. Y eso, a pesar de que me organizaba todo el día: iba a comprarme fruta, me acompañaba en las salidas por la calle, paseábamos juntos por el parque, me arreglaba la habitación...
Ahora ya me desenvuelvo sola mucho mejor que antes y ordeno la habitación lo mejor que puedo, porque el orden está presente en mi vida, siempre lo estuvo.
En esa época de convivencia con Ramón, él estaba asfixiado por sus problemas y no tenía ganas de vivir. Es mi costumbre olvidar las fechas y por eso no recuerdo exactamente cuando murió. Seguro que han pasado más de tres años y aún lo tengo presente y me acuerdo de él.
Coloqué en la pared un cuadro en el que estamos retratados los dos, y ello me hace recordar todo lo que me enseñó. No sé nada de su hermana, hasta he olvidado su nombre. Venía a vernos de vez en cuando y muchas veces fuimos a comer a su casa. Se portaba fenomenal con nosotros porque tenía mucho cariño a Ramón, que era su hermano mayor.
No me explico por qué su hermana no ha vuelto a dar señales de vida, desde la muerte de su hermano.
Yo sigo aquí mi vida como entonces, lo más correcta posible y sin pensar mucho en la hermana, no le doy ninguna importancia a su ausencia.
Ramón, aunque está muy serio en el cuadro –ya en vida no tenía ninguna alegría, no podía, me estaba amargando un poco– me llena la ausencia tan desagradable de su hermana.
Si se te muere un auténtico compañero, es posible tenerlo presente siempre, al menos ese es mi caso.

MEMENTO
Ramón
Hoy por hoy me cuesta mucho acordarme de lo que tengo que hacer mañana o pasado mañana. Sin embargo, ahora me dices lo que tengo que hacer y yo lo hago, que siempre fui un chico obediente.
Es cierto, yo siempre fui cumplidor, aunque recuerdo que también tenía tiempo para la iniciativa privada, o sea, para hacer lo que me daba la gana. Y lo hacía. Era feliz cuando hacía lo que me gustaba, por ejemplo cuando hacía de árbitro de baloncesto. Decidía lo correcto en cada caso durante el partido, me gustaba.
Mañana voy a memoria con el terapeuta ocupacional, relacionamos palabras con compañeros, que si el gritón, que si el músico, que si el manitas, esas cosas. Por la tarde es mejor, que no tengo nada que hacer y veo la tele, Saber y ganar, alguna peli o el fútbol. El fútbol me gusta especialmente. Y a eso de las seis de la tarde o las siete, me bajo a dar una vuelta por la calle, si es que encuentro a alguien que me acompañe, un amigo o un voluntario.
O sea, que sí que me acuerdo de todo lo que tengo que hacer mañana, no ando tan mal de memoria como supone el terapeuta ocupacional. Yo diría que soy un hombre feliz, yo sí, yo soy feliz. Y cuando oigo algo que no me interesa, me voy a otra parte. Sí, soy feliz, soy muy feliz. A lo mejor está relacionado con esto de no recordar muchas cosas.

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