Sentada del 19 de diciembre de 2013


¿NAVIDAD 2.013?
Ambar/antes Adredista 7
Foto: Eluis Lucena
Al arcángel Gabriel le habían regalado un largavistas con mira estereoscópica. Quiso hacer una exhibición ante todos los miembros de la corte celestial. Fueron pasando uno por uno. Enfocaron el aparato directamente hacia la Tierra, ya que era lo que más les interesaba. Pudieron ver una imagen global del planeta y la fueron analizando por partes.
Tomaron nota de todos y cada uno de los conflictos: Egipto, Afganistán y Pakistán, Corea, Camerún y República Centroafricana, Siria y Kurdistán, Ucrania, Tailandia, crisis económica en Europa, corrupción en España… y un suma y sigue interminable.
Después de esta visión, Jesús sufrió un colapso que preocupó a todos los habitantes del paraíso, pero no sabían qué hacer. Empezó a recorrer los pasillos como la “Monja María” de Cecilia: “pasito abajo pasito arriba”.
Buscó a su amigo Juan y le confesó:
–La visión de la Tierra me ha dejado angustiado. Me pregunto: ¿Para eso bajé yo al mundo y sufrí muerte en la cruz? Cada año se repite el acontecimiento. Pues bien, hasta aquí hemos llegado. No pienso volver a nacer.
Juan intentó quitar hierro al asunto:
–Es cierto que hay un sinfín de conflictos, pero también hay movimientos populares para paliarlos.
Y le habló del Movimiento del 15M y de otras propuestas y manifestaciones similares. De todas formas, Jesús seguía en sus trece. Juan vio la necesidad de una terapia que le hiciera cambiar de opinión a Jesús.
Era consciente de que en lo referente a terapias, en el cielo se habían quedado obsoletos. Fijó su vista en España y constató que allí existían personas que hacían este tipo de tratamiento.
Mediante engañiflas convenció a Jesús para que le acompañase en un viaje de “reconocimiento” a España, y a su capital: Madrid. Una vez allí tomó contacto con un hipnotizador solvente. Este sometió a Jesús a hipnosis por el sistema habitual: relajación e introducción en su mente del mensaje deseado.
En un principio parece que Jesús cambió de opinión y aceptó volver a nacer, pero al cabo de un tiempo, volvió a las andadas. Juan repitió con otros dos hipnotizadores, pero tuvo que aceptar que no daban resultado.
Entonces pensó en el trabajo llevado a cabo a través de los cuencos tibetanos. Ni corto ni perezoso se dispuso a buscar alguna persona que los manejase. La encontró en Leganés y fue en su busca acompañado de Jesús.
El experto en cuencos tibetanos se puso manos a la obra. Según su experiencia y la sabiduría milenaria, los cuencos producen un sonido capaz de activar las ondas cerebrales alfa y theta. En este caso concreto se trataría de la inmersión de Jesús en un estado favorable a la aceptación de su nacimiento en este año 2.013.
Parece ser que esta terapia fue más efectiva, pero no lo ha sido del todo. Necesita de un complemento importante de refuerzo.
Y Juan le aconsejó el remedio de choque: la asistencia al taller de los adredistas los lunes por la mañana en el CAMF de la Avda. Alemania, que es un rato en que en el cielo se hace poco, y donde se inventan los cuentos tibetanos y no tibetanos, o sea, todos los cuentos. Además este taller de escritura es también una experiencia milenaria, los adredistas comenzaron en el milenio pasado, continúan en este, y todavía no se ha desenganchado nadie: un arrebato la experiencia de estos escritores, lo mejor para tratar a bipolares como Jesús.
Y oye, tú, santo remedio. De esta forma se convenció Jesús para venir al mundo este año, por fin.

LA MUÑECA DE UN SOLO BRAZO
Mercedes


Foto: www.todocoleccion.net

Hace muchos años que a una niña, por Navidad, le regalaron una muñeca.
Muy pronto se dio cuenta la niña de que a su muñeca le faltaba una mano.
Al darse cuenta de esto, la niña se puso muy triste, porque creía que la muñeca no era feliz y que no querría jugar con las muñecas de sus amigas ni a sus amigas con ellas dos.
Pero pasó un poco de tiempo y la niña comprobó que su muñeca era incluso más feliz que ella misma. Y esto hizo que también ella dejase de estar triste.
Había aceptado a su muñeca tal como era y la quería más de lo que había querido a ninguna otra. Tanto cariño la llegó a coger que no dejaba que nadie la molestase cuando estaba durmiendo o que se riesen de ella cuando la veían sin una mano.
La niña era tan cariñosa con la muñeca que la trataba igual que si fuera su madre, la cuidaba y la protegía.
Llegó el día en que sacó a su muñeca a la calle y se la presentó a las muñecas de sus amigas. Todas se pusieron muy contentas con la nueva amiga y todas jugaban juntas sin el menor problema. Sólo pasaba que la muñeca sin un brazo se vestía más rápido que las otras, pero nadie la tenía envidia por esto ni ella tenía envidia a las otras por sus dos brazos.
Pero el día que terminaba el curso y comenzaban las vacaciones de verano, era el día que entregaban las notas, a la niña se le ocurrió llevar a su muñeca al colegio.
Como era mixto, en el colegio había también niños que sabían poco de muñecas.
Estaban ella y sus amigas jugando con sus muñecas en el patio, cuando se acercaron unos niños, vieron que una muñeca no tenía más que una mano y no se les ocurrió otra cosa que echarse a reír y comenzar a insultar a la niña.
–¿Pero a quién se le ocurre jugar con una muñeca inútil? –decía uno.
–Si es manca, tú –decía otro.
–Mi muñeca es igual que todas, sabe jugar como todas y es igual de feliz que todas –contestó la niña
–Tú eres tonta –dijo el gilipollas de turno, envalentonado.
–¿Y qué hacemos nosotras con este tipo que se atreve a insultarnos? –preguntó la niña a sus compañeras con muy malas intenciones.
Se miraron unas a otras, miraron a los chicos y exclamaron al unísono:
–¡Pero que gilipollas sois!
Y la niña continuó diciendo:
–¡¡¡Pero cuándo aprenderéis a jugar con muñecas!!!
Y aclaró todavía su mejor amiga:
–No dejaréis de ser unos brutos hasta que no aprendáis a acariciar a una muñeca.
Y la niña de la muñeca de un solo brazo le dio un beso a su amiga.

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