TAMBORES
Hace solo unos años, hubiera estado afinando los timbales para el concierto. Hoy interpretaremos Obertura 1812, de Tchaikovsky. Una obra que describe un asedio y la victoria de la resistencia. Antaño, los timbales representan el papel de la artillería de Napoléon. La caja de percusión, la infanteria avanzando hacia la conquista. La batalla y finalmente las campanas de la victoria.
Fuimos una victima más de la sinrazón de eliminar todo aquello que resultase reiterativo y monótono. Debíamos unificar, normalizar y homologar todo lo que nos rodeaba. Se publicó una orden por la que bajo la denominación de tambor se incluía todo instrumento consistente en un parche tensado que sonase al ser golpeado con un bastón, mazo o baqueta. Pronto el sistema produjo un único tipo de tambor.
Desapareció el bombo que rompe la hora el Viernes Santo de la localidad Aragonesa de Calanda, el tabalet que acompaña a la dulzaina en la música popular valenciana, el tamboril que acompaña la ejecución del aurresku, o la sardana. ¿Quien no se ha impresionado ante el espectáculo de los tambores “Haiko” de Japón, ante la armonía que consiguen un grupo de “Djembés” africanos, o la alegría de congas, bongos y rumberas cuando se interpreta una pieza de salsa?
Seguiré afinando a ver si consigo que este tambor más adecuado a los desfiles del Día de Acción de Gracias, consigue imitar, al menos, el fuego de fusilería que Tchaikovsky quiso plasmar en su obra. Solo espero que el publico, al menos, no aplauda.
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