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BRAJAJAJAGR…

Tú te ríes así literalmente, en mayúsculas. Aún no estoy seguro si es por tu corta estatura o sencillamente porque eres imbécil.

En un campo precioso de amapolas un picnic, entre el rojo y los otros dos primarios, salpicaba a gusto. Fue un día, dirían, idílico.

Miré al horizonte, el sol poniente se fundía con el rojo del campo, y viniste tú. Un polizón entre la calma de un día sin preocupaciones. Fue el rojo; las sugerencias que hacen los colores, y de pronto, recordé porqué existen estos campos tan llenos de color. Fuimos conducidos desde la carretera hasta este matiz sin más, luego con tu recuerdo, me vino la realidad del cuadro que podía haber pintado cualquier pintor de posguerra. Los campos de batalla, o los cementerios, casi siempre dan amapolas, tanta belleza entre tanta muerte, tanto bienestar entre tantos malos recuerdos.

Amapola; somnífero: olvídame, olvidar, recuerda siempre. Una flor en el ojal que nos sitúa siempre encima de la tumba de todos los olvidados. El recuerdo siempre es propio, aunque sea victorioso o signifique la derrota.

Fue aquel día, en aquel campo, cuando decidí poner amapolas encima de tu tumba.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me supera tanta indeterminación.

Anónimo dijo...

estamos de acuerdo querido y escueto comentarista, hay mucha claridad en la sección infantil y de lugares comunes, experiencias que dejé atrás a long time ago...que tengas un ....día.

Anónimo dijo...

hay una costumbre anglosajona muy arraigada de ponerse una amapola en el ojal el día en que se conmemora la última gran guerra, depende de si la flor es roja o blanca se expresa conformidad o no con aquel hecho, es bastante impactante porque todo el mundo en ese día lleva flores en el ojal y es como una gran conversación silenciosa y multitudinaria,quizá se refiere a eso...no sé