HIJITOS
Yo apenas era retazos de tules y una cruz de palitos cuando me habló por primera vez. Lo hizo mientras rellenaba la media con viruta y le pegaba dos botones azules y una perlita turquesa en el medio. “Vas a tener muchos hijitos”, creí oir, y como una tonta, claro, me emocioné. Anudó el manojo de lanas amarillas, las cosió a la bocha esponjosa y volvió a hablarme: “Rubia”, me pareció oírle murmurar, “vas a ser la que más hijitos tenga”. ¡Qué feliz fui entonces! Cuando me pegó la cabeza al cuerpo creo que hasta sentí escalofríos.Después me sentó sobre una cajita y se puso a cortar hilos de un ovillo. Todavía conmovida miré a los estantes de donde colgaban un payaso, un soldado, había una bruja también, un rey, un cocinero, una enfermera y un mejicano. La única bailarina era yo.Cuando me recostó sobre la mesa imaginé mi vejez rodeada de nietos. Mientras tanto, él iba atando hilos a mis brazos, la cabeza, la espalda, a los hombros, el cuello y la cintura. Y después contó: uno... cinco... nueve… doce, trece ¡catorce!, gritó, y orgulloso volvió a hablarme. Esta vez lo oí bien: “te dije, Rubia, sos la que más hilitos tiene”. Y apenas audible un crujir de madera me brotó del pecho.
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1 comentario:
David, aquí tienes una nancy bailarina, la que te faltaba.
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