LAS LIEBRES Y EL CARACOL
Sudor y lágrimas te costó volver a ser quien eras. Y allá fuiste; a luchar “contra los elementos”. Contra la ignorancia de quienes creyendo saberlo todo, casi todo desconocen. Contra los prejuicios de quienes pretendían tutorizar tu vida porque pensaban que aún eras menor de edad. Aquel día solicitaste tu admisión en aquella carrera donde el premio más importante no era el económico, sino sentir que eras tú por ti mismo venciendo las reticencias, pudiendo participar como uno más. Confirmada tu asistencia, no sin dudas por parte de la organización, contabas los días como una madre espera feliz a la vez que angustiosa el fruto de sus entrañas. Aunque el paso del tiempo se te hizo eterno llegó el ansiado momento. Era una fresca mañana en la que soplaba un ligero viento. Te mostrabas nervioso e impaciente como tus antagonistas que extrañados, se miraban al verte junto a ellos. La prueba dio comienzo y enseguida se distanciaron. A tu ritmo seguías manteniendo la distancia con el grupo cabecero sin importarte que alguno te rebasara. A media carrera el viento comenzó a soplar por detrás con virulencia. Tú corrías tan rápido que parecías levitar sobre el asfalto. Uno tras otro superabas a tus contrincantes hasta que, a unos metros del final y haciendo un descomunal esfuerzo, diste cuenta del último quien te miraba desconcertado mientras atravesabas la línea de meta. Ya en el podio al hacerte entrega del premio uno de los miembros de la organización, sorprendido te dijo: “Enhorabuena. Jamás pensamos que un atleta en silla pudiera vencer. La próxima vez habrá una carrera específica”. Tú, sonriendo con un cierto toque de humor irónico, contestaste: “Ya sabes, nadie es perfecto.”
(Homenaje al primer atleta en silla participante en una carrera popular)
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3 comentarios:
¿Y por qué tenía que ganar? El veneno, o sea, la ponzoña del deporte de competición es que tiene ganadores. Los ganadores son siempre un error, la ventana por donde nos meten los valores del mundo que no queremos, los valores de los malos.
Lo más normal es que gane pues una persona andando, aunque sea corriendo es menos rápida que en silla. Por eso las carreras ahoran son diferenciadas. Por otro lado no son esos los valores que ofrece el relato sino el valor del amor propio, el de la superación, el de creer que es posible hacer aquello que pretendemos hacer.´El protagonista no sólo ganó la carrera, gano "su" carrera.
¡Qué ejemplo de vida!
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