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INSTANTÁNEAS

El niño continuaba saltando entre rocas, sobre un charco de agua servida…
Cuantas bacterias y gérmenes, contenidos en ecosistema putrefacto.
Ya no soportaba a las moscas, empecinadas en ingresar por mi nariz.
El calor dilataba el horizonte visible, distorsionando las siluetas que lo transitaban. Como fantasmas se desvanecían, para volver a materializarse pocos pasos adelante.
¿Cómo pueden existir lugares tan extremos y opuestos ?.
¿Cómo salir de aquí, sin cicatrices ?.
La señal de mi radio, era interceptada por otras que la interferían.
Un buey reseco, me contemplaba con sus ojos llenos de muerte.
Me saludaban unas adolescentes sonrientes, junto a un puesto de canastos de cáñamo.
Que forma más bella de ingenuidad.
Un cuervo dibujaba círculos concéntricos en la altura. Paciente, contemplaba al viejo buey, mientras su sombra lo circundaba para adjudicarse el ataque, llegado el momento.
Dos seres y un hecho vinculados en tiempo y espacio, con un desenlace ya escrito.
Tomé una instantánea imaginaria esa tarde, en el momento en que las yemas de los dedos de sus pies curtidos, abandonaban la roca. Todo su cuerpo ya sesgado al abismo me abrigó del sol con su alongada sombra. Fue el instante, en que obturó mi alma.
Esa imagen quedó revelada en mi mente por muchos años más y la traía de mi archivo íntimo muy a menudo, cuando alguna situación me la hacia recordar.
Como numerosas instantáneas tomadas al azar y en tantos lugares, pero menos especiales.
Generalmente el las calles, en las plazas, en los bares. Gestos, situaciones, detalles, manos, miradas, llantos, risas, momentos que recapitulaban toda una vida.
Tantas imágenes para recordar y para olvidar.
Finalmente el niño, se desplomó en el charco fangoso de su inevitable destino.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo creo que no hay fango suficiente en el mundo para desgraciar a un niño. Es el adulto el que se enfanga en cualquier cosa, incluso en el fango que no le paraba de niño.