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Quien no estaba

Se había ido en algún fin de invierno y por lo que vi ese día, luego de ir y venir por tantos lugares, de desandar el recorrido una y otra vez, ahí estaba tal cual lo había visto la última vez cuando se escapó.Casi que me animo a preguntarle si era él por temor a llevarme algo ajeno, pese a que algo me decía que era el. Solo el podía estar jugando con el agua del bebedero, en la plaza de mi escuela.Había quedado por el piso hace un tiempo y se ve que, aburrido, decidió echarse a andar y rehacer su vida.Yo seguí con la mía, a otro pulso obviamente, sintiendo terriblemente su ausencia al principio y luego agradecido de que hubiera seguido su camino.En esos tiempos mi carácter cambió. Me sentí invulnerable, omnipotente e inmensamente vacío a la vez. Hacía carrera en la empresa, ganándome la antipatía de varios compañeros; a la vez que trataba de finalizar mi carrera en la Universidad.
Tampoco estaba al tanto de la familia y mis amigos. Desconecté el teléfono al primer llamado inquisidor, con la parsimonia con la que suelo acariciar a algún perro que me cae simpático. Más por evitar el desvelo que por brindarle cariño. ¿Cariño? Tenía recuerdo de algo similar. Una sensación vaga, un pequeño destello nomás.Definitivamente los sentimientos se los había llevado aquél que, ahora, estaba sentado en la hamaca conmovido al ver un par de mellizos jugando en el subibaja.Decidí no preguntar y, tomándolo con la guardia baja, lo encarcelé inmediatamente donde solía estar. Juré nunca más sentirme tan triste como para perderlo de nuevo.Prometí darle debida atención a sus inquietudes, a su parecer...Al fin de cuentas es mi único corazón.

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