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Historias de la puta vida.

Sueño cada noche con la muerte; con la propia y con la de otros seres; sueño con pistolas, metralletas, con sangre y vísceras abiertas; sueño que amartillo un rifle y disparo, desde una atalaya improvisada, a toda la gente de la calle; sueño con elefantes rosas con trompas con forma de bazoka; con parques infantiles rebosantes de niños y una pistola automática y gritos y huidas desesperadas cuando aprieto inmisericorde el gatillo; sueño con estrellas con forma de granada dejándose arrastrar por la gravedad y destruyendo el mundo, llenándolo de polvo, entrañas y miembros despedazados. Por la mañana, camino del trabajo, toda ventana abierta me parece un puesto de francotirador y fantaseo con que en la calle siguiente un implacable ejército de tanques rememorará la famosa escena de Tianamen pero con otro final, con las naranjas de la bolsa de la compra del chaval convertidas felizmente en zumo ….
Luego, justo antes de un éxtasis criminal que me impele a degollar con mi cortaúñas a cualquier anciana que pase junto a mí, empiezo a pensar en flores, en praderas y mares azules y se calma toda mi sed de muerte y destrucción. Comienzo entonces a soñar en jardines, con sonrisas, con lagos cristalinos y hermosos soles primaverales. De este modo, ya purificado, me interno en mi oficina, en una puerta que pone Julián García, coordinador de sensibilización de la ONG “Peace in the World”.
Y entonces pienso que debería cambiar de trabajo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

en el ser humano existen las dos caras, la clara y la oscura. La oscura nunca se va a ir, pero si la podemos tener a raya, ese es el libre alberdrio, el tener la libertad de elegir, todo el tiempo, entre la luz y la sombra. Asi que tu trabajo en la ONG está muy bien porque no eres ningun santo y puedes ayudar, porqeu sabes lo que sienten los otros ya que lo sufres en propia carne.
Arrastras y haces que uno se meta en el relato.

Anónimo dijo...

Está muy bien el relato. Irónico y curioso. Pero no me gusta el título