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EL ÚNICO

“La diversificación de los polos energéticos hace que todo fluya y circule. Así, tan sencillo, es que cualquier calesita o carrusel, es el motor del mundo, manejado por la energía que emana la felicidad que todos experimentan a cada vuelta.”

Estas fueron las últimas palabras de Gilberto Funes, antes de subir a su auto, un Ford del ´38, en el que perdería la vida ocho kilómetros más adelante. ¿Pero qué era lo que este enigmático ser buscaba en realidad? No creo que alguien lo sepa alguna vez.
No era físico, no era matemático, ni mentalista; tan solo era un ser que en base a sus creencias y vivencias iba formando un nuevo modo de ver las cosas. Y una vez vistas, accionaba y vivía. Como un profeta de experiencias pasadas, y de ricos razonamientos basados en el día a día, con las cosas que solo el andar le proveía.
Muchos lo comenzaron a seguir. Nadie podía creer que en una sociedad cruelmente materialista, existiera un ser tan apasionado por lo humano, por lo simple. Todo parecía sencillo en su vida, todo era posible.
No podía existir, en un mundo netamente capitalista, un hombre que no planificara, que nunca pensara lo próximo a realizar. Todo, siempre, era un envidiable libre albedrío.
Yo, Estanislao Rodriguez, fui el encargado de apretar el gatillo y aniquilar a Funes por la espalda, dentro de aquel auto, aquel día soleado de primavera. No podía existir, bajo ninguna circunstancia, en este mundo al menos, un hombre tan extraño, un hombre feliz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Impactante.

Anónimo dijo...

Excelente

Burbujas dijo...

Que intolerante...Dejar al probe hombre vivir, por que sea diferente no quiere decir que se le deba quitar la vida.