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Lejanías.

Luces tristes alumbran el manto
que la solícita noche ofrece cada jornada
al descarnado puerto de barcos
y almas.

Desde la barrera de mi alféizar observo
sombras cortas en la mar que juegan
con el cabello de las sirenas,
ahogando la memoria de tu espejo
en la sangre de mi pena.

Silencio, trova amarga de la nada sólo rota
por olas danzantes en el teatro de los sueños,
larga vela vacía de arena,
sudor y viento.

Tengo frío,
la ventana abierta me acerca memorias risueñas
sobre el muelle yerto, aroma a dulce salitre,
sabor a lejano recuerdo.

Cierro los ojos y siento
sábanas tibias que esperan
prendidas al hombre ausente,
daga hiriente de trémulo cuerpo,
osario mecido por dolorosos brazos de la amante que piensa
y de la madre que reza,
desgarro final al alba,
despedida de madera y gotas amargas.

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