I
Justo en ese momento, al otro lado del océano, la teoría de la “Insecticidad Humana” era celebrada con admiración por la Comunidad Europea de la Energía Atómica, mientras Troyes era internado en el Instituto para Enfermos Mentales de Sibaté. Pensaba con tristeza en sus mascotas –cuatro cucarachas cryptocercus bien entradas en edad adulta- las que hubieron de proporcionarle información suficiente y valiosa para la humanidad.
II
La prensa local registró el hecho, no como un acontecimiento científico, sino como una nota divertida y excéntrica de un lugareño. Enfocado en primer plano Troyes describe:
Hasta un viejo compañero de escuela, recordó ante las cámaras a un Troyes callado y solitario al que todos llamaban “cabeza e’ huevo” y “el cucaracho”, por su pasión desmedida por estos insectos y porque una tarde, fue el hazme reír de la clase, cuando la maestra le preguntó qué quería ser cuando fuera grande:
III
Rostros burlescos giraban en su cabeza confundida y nerviosa. Atado a la cama, Troyes deseó por primera vez en su vida, no haber sido cucaracha y si haber sido europeo.
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