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Hubo un tiempo en que tuve dos manos. Lo recuerdo con ternura. La derecha fue siempre orgullosa y dominante. Se adelantaba a todo. La otra permanecía a su lado, subalterna y entregada. Cuando manejaban mi helado de turrón, la derecha se adelantaba a coger la cucharilla y a ofrecerme el manjar. La otra, pobrecita, se quedaba tiritando, agarrando congelada mi postre favorito.

Después de aquel terrible accidente, me volví esquiva. Despreciaba el enorme esfuerzo de mi mano izquierda para acometer ella sola el trabajo de las dos. Ha sido impresionante… Ahora se desenvuelve con una agilidad y una destreza que incluso me maravillan a mí y me hacen sonreír cuando la miro manejarse tan “diestra” con mis cosas.

Y ahora sé por qué siempre me he apoyado en la mano izquierda para soñar: porque era la única capaz de hacer cosas imposibles….

3 comentarios:

Anónimo dijo...

esa mano no estaba adiestrada, pero podia hacer todo o más que la otra, además de ser la mano dominada por el hemisferio derecho que guia la creatividad, la sensibilidad, el arte, la sensibilidad, etc. Mira tú, que suerte, tener esa mano maravillosa, y tan querida.

Anónimo dijo...

Es una mirada preciosa.
Me fascinaste.

Anónimo dijo...

la historia es maravillosa y muy original, además de revindicar que todo el mundo tiene derecho a una oportunidad.
gracias