Bueno y feo

Conchi
Yo tenía un amigo que era bastante feo, pero muy agradable. Se le podía gastar cualquier broma y no se quejaba de nada. Yo le llamaba cariñosamente "Monito" y él se reía y me perseguía con la silla. Se llamaba Demetrio.
Demetrio tenía la nariz más grande que yo haya visto nunca. Sin embargo, sus ronquidos despertaban a todos los compañeros de pasillo, que se pasaban la noche haciendo ruidos con la boca, como si animasen a un caballo a trotar. Cuando intentaba beber agua, su monumental nariz chocaba con el vaso y el agua acababa chorreando por su barbilla. Cuando se sonaba nunca tenía bastantes kleenex.
Sus ojillos tenían un brillo especial que deslumbraba a todo el mundo... cuando conseguían mirarle a los ojos en lugar de a la nariz.
Demetrio ayudaba siempre a todo el mundo. Y a mí, especialmente. Por aquel entonces yo fumaba y Demetrio me ponía los cigarrillos en la boquilla. Le decía "Anda, monito, ponme el cigarrillo, que yo no puedo", y él se ponía de lado como podía, se doblaba un poco (porque tenía más movilidad que yo), lo metía en la boquilla, me la colocaba entre los dedos y me daba fuego. Cuando yo no tenía tabaco, Demetrio me daba uno o dos pitillos y me decía "Pero no te acostumbres".
Cuando Demetrio se quedaba sin tabaco, tampoco a mí me importaba abastecerle. Murió un día, discretamente, y todos lo echamos de menos. Desde entonces, no he vuelto a fumar.

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