Sentada del 3 de julio de 2008

chica apoltronada en sillón-pelota de tennis


bolso en forma de pelota de tennis



cuaderno en forma de pelota de tennis con bolígrafo




hemos aprendido a valorar la hierbaLa militancia de consumados escritores (Octavio Paz decía que el periodismo era literatura a gran velocidad) en redacciones inverosímiles, no garantiza que términos como "armada invencible" vayan a filtrarse en el entramado mediático. Nuestras débiles premisas se estremecen ante los sorpresivos y madrugadores embates que aconsejan que el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, en relación al triunfo sobre el terrorismo guerrillero y secuestrador, debería tomar en consideración la actitud de... el seleccionador de fútbol, Luis Aragonés; igual que los competidores de Wimbledon tenían que considerar la máxima de Kipling inscrita sobre la puerta de entrada del estadio central: Si puedes equiparar el triunfo a la derrota y tratar por igual a esos dos impostores. Ya entrados en gastos de triunfalismo purificador, celebremos que el encabezado del recorte periodístico de arriba parece indicar que el espíritu deportivo es incompatible con el consumo de aditivos no aprobados por la herbolaria, igual que pretende explicar el por qué del ascenso del tennis español en el torneo de Wimbledon. Ha perdido visibilidad el premio en dinero de este gran torneo (pero no importancia, ¿será que no son cantidades aptas para todo público?). Otra cosa no habrá querido decirnos el departamento gráfico al retocar la foto de arrriba... ¿queréis apostar algo?



EL METRO DEL MIEDO
José Luis
Tenía que ir a Madrid y le pedí a Pedro, un amigo, que me acompañase. Iríamos en metro, que pasa cerca de la residencia. Llegamos a la estación de El Carrascal y esperamos unos minutos. Por fin llegó el tren, envuelto en una corriente de aire más fría de lo habitual. Subimos y al punto el convoy reinició la marcha y se metió en el túnel. Había pasado media hora y todavía no habíamos pasado por ninguna estación. La gente comenzaba a ponerse nerviosa y se preguntaba qué estaría pasando. Sólo se veía la luz del vagón reflejada en la pared del túnel, al paso. Un niño comenzó a llorar y su madre se quejaba: "Pero cómo no va a llorar mi niño, si no llegamos a ninguna parte". Un hombre mayor que estaba al lado de ella comenzó a dar golpes en el cristal de la ventana. Yo también me estaba poniendo nervioso y, como llevaba el pañal puesto, me meé encima. Una pareja de jóvenes, sin embargo, seguían a lo suyo, dándose el lote. A lo mejor su inconsciencia era más adecuada que nuestra preocupación, pensé. El tiempo pasaba y no llegábamos a parte alguna. Ellos dos al menos sí aprovechaban el viaje. De pronto, el tren se llenó de luz, como si hubiésemos entrado en una estación por fin. Pero no, vimos muchas cajas de muertos con su cadáver respectivo a lo largo de un andén. Muchos vampiros sobrevolaban el lugar, lógicamente. Pude distinguir claramente a dos personas, una iba vestida de negro y tenía los dientes también negros y las comisuras llenas de sangre. El otro iba vestido de blanco y no disimilaba, se parecía a un ángel. En realidad, no disimulaban ninguno de los dos, porque el de negro era malo como un demonio y los mordía a los muertos. Cuando llegamos nosotros al lugar, este tipo comenzó a asustar a los viajeros, provocando ataques de pánico y desmayos. El hombre de blanco no esperó a más y comenzó a pelear contra él. Era una lucha a muerte, espectacular, cinematográfica. Cuando el malo se vio perdido, cogió a varias personas como escudo y quiso morderlas para reponer fuerzas, pues desfallecía por momentos. El ángel bueno no le dio tregua y consiguió rendirlo. Entonces fue cuando se hizo cargo del malo la policía, cuando el combate ya estaba resuelto. Y el tren se puso en marcha de nuevo y pronto llegamos a la siguiente estación.



HOY VA DE HERMANOS
MaryMar y adredista 0
Sí, hoy va de hermanos. Va de dos viejos cascarrabias y de dos jóvenes. Los hermanos viejos tienen cada día que pasa más cuentas pendientes. Los hermanos jóvenes lo que tienen es epilepsia, solicitaron plaza en una residencia de la Comunidad, de la CAM, y allí están ahora. Pero no siempre fue así. Han ido perdiendo autonomía, tanta, que ya sus padres no pueden atenderlos y por eso que los llevaron a la residencia. Ellos se hacían dependientes y sus padres se hacían muy mayores. Ahora, en la residencia, los padres los visitan semanalmente varias veces. ¿Pero qué ha ocurrido con los viejos cascarrabias? Uno de esos viejos es el padre de estos muchachos epilépticos, y el otro, su hermano, tiene una hija que durante mucho tiempo ayudó a sus tíos en el cuidado de los primos. Esta cría se llama Esther y es prima, o sea, que no va con ella la historia. El caso es que su tío de Esther pagaba a la sobrina cuando ayudaba en casa a los primos epilépticos. ¿Qué ocurrió? Que cuando los hermanos se fueron a la residencia ella se quedó sin trabajo y tuvo que buscarse otro. Ahora trabaja con diversos funcionales en otro centro. ¿Y qué ocurrió con el padre de Esther? Que le pareció un faena que su hija se quedase sin trabajo y no se lo perdona al hermano. Esther quiere ir a ver a los primos a la residencia, pero su padre se lo ha prohibido. Y así están las cosas. ¿Por qué estos hermanos viejos y cabezones se pelean al final de sus vidas, no importa si por esto o aquello? No lo sé, pero sus enfados son así de ridículos siempre y sus agravios son tan antiguos como los conflictos entre las patrias. Por eso que cualquier día habrá más que palabras entre los dos grandísimos testarudos.


EL TRÁFICO RODADO
Rosa y adredista 0
Piensa en la mayor tontería que te ha ocurrido hoy. Ibas camino del comedor, despacito, pues tienes bien poca fuerza en los brazos para mover tu silla, y tropiezas con un compañero. Tu silla ha golpeado en su rueda y tuerce su trayectoria ligeramente. El compañero reacciona empujando tu silla contra la pared. Pues estos conflictos son continuos entre nosotros. ¿Qué lógica tuvo reaccionar así? Es muy grave desviar la silla de otro, por supuesto, pues también a él le cuesta un esfuerzo mantener la trayectoria y avanzar. Es más, si golpeaste a otro era porque querías adelantarlo, y eso también es un poco desconsiderado, pues el que tienes delante va en tu misma dirección y no puede ir más de prisa. La circulación en los pasillos debería adaptarse a los que van más lentos, no al revés. En fin, que alguien sin querer, pero vale también queriendo, ha empujado mi silla y yo me creo en el derecho de hacer lo mismo. ¿Qué diferencia hay entre mi reacción y la que tuvo el presidente George Walker Bush, que invadió Afganistán y luego Irak porque unos suicidas le destruyeron las torres? Cualquier agresión, salvo la que se hace sin querer y es producto de la impotencia, nunca puede justificarse, no hay justicia ni ética para las agresiones, lo mismo da si empujas mi silla que si bombardeas la capital de mi país. Porque pensar que, por haber sido agredido, ya tengo derecho a agredir a mi vez, eso dice muy poco de mi condición. Basta ya de repetir esa mierda ideológica que habla del hombre como un mal bicho. Mentira, los humanos estamos programados biogenéticamente para la colaboración, como lo están todos los organismos vivos y toda la naturaleza, y no para la agresión. Lo cierto es que podemos ser malos, pero para ello tenemos que hacernos malos. Si reacciono a la agresión con otra agresión estoy violentando mi naturaleza, no al revés, me he puesto a la altura del agresor, pero tenía otras opciones. Podía haber convencido a mi agresor para que no lo hiciera o pedir ayuda si no lo conseguía. Si no contestamos a la agresión, en algún momento ese agresor se convencerá de que es su conducta lo que no encaja, no mi amabilidad y delicadeza al tratar con los compañeros y sus sillas de ruedas. Pues lo mismo si te queman la casa: lloras a los muertos y te compadeces de los que te hacen daño como única razón de su vida. Si acaso, no estará de más preguntarnos de vez en vez por qué habrá gente que nos odia. En fin, juro que hoy sólo quería escribir de los problemas del trafico rodado en mi residencia.



UN NIÑO CARIÑOSO
Isa y adredistas C y 6
Un niño cariñoso y dulce tenía quince meses, era rubio de pelo y tenía ojos verdes y su piel blanca como un lechón. Ya hablaba, pero poco. Olía a colonia de niño pequeño, dulce y fresca como una catarata de muchos aromas y fragancias. Le compré una chaqueta de color azul claro y bolsillos blancos y botones del mismo color para dos años de edad, y patucos con una tira que atas a unos botones y un ojal. El niño es muy revoltoso y travieso, pero es un niño cariñoso y dulce como la miel espesa de color anaranjada. Yo que tenía veintitrés años, ya no le daba la teta, pero le daba el biberón y el chupete. Chupaba el chupete con una gran fuerza y vitalidad como si hubiese estallado un volcán con mucha lava y mucha ceniza caliente de color gris, como el polvo de cemento que hay en las carreteras, con el que te puedes resbalar y matarte contra un niñatocoche que se cruce en el medio. Volvamos a nuestro tema: el niño cariñoso y fugazmente feliz y arrogante como niño que es, miraba las estrellas con máxima pasión y fantasía. Y veía las estrellas fugaces que pasan de dos en dos. El niño cariñoso se llama Luis y llora de alegría por ver estrellas fugaces y alguno pensaría que lo que ha visto no se le olvidará jamás. Y digo yo: con lo pequeño que es ¿cómo se va a acordar? crecerá y crecerá y no se acordará de esto. De tanto mirar a las estrellas se aficionó a la geografía y astronomía y llegó a ser un gran meteorólogo sólo para poder seguir contemplando el cielo, aunque nunca recuperó la mirada de sus quince meses… sería porque me oyó mascullándole a los olvidos.

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