Sentada del 12 de noviembre de 2009

AUTORRETRATO
Carmen
Aquesta dama que aquí veis, muy entrada en carnes y en arrobas, lo está por su insaciable yantar, muy en especial del chocolate y sus suculentos derivados. Bien que a su pesar, de su descomunal volumen y peso dan fe los fieles amigos, a quienes tiene en alta estima, entre los cuales es nombrada Carmençoise por mucho amar la lengua de Moliere, y a veces Soria para que no pueda olvidar el frío, la tristeza y ruindad de la remota provincia a que debe su naturaleza, sinceros amigos que a bien tienen aún de sacarla de excursión y que, arriesgando sobremanera su integridad física, con ella cargan y hasta se enfrascan en la limpieza de sus cada vez más abultadas posaderas y productivo culo. La referida dama nació de buena cuna, pues sus padres entretenían los días en el nunca bien ponderado arte de entizonar pizarras y repartir manporos para de esta guisa transmitir los antiguos y sagrados saberes de la raza –interpretados estos por el mal nombrado Movimiento Nacional, que tendía al inmovilismo– a los secuaces de san Saturio en su más tierna infancia, saberes que ella nunca tuvo a bien tropezar más allá de un simple vistazo, lo que la libró milagrosamente de los cachetes y azotainas que recibían sus coetáneos de manos de sus progenitores de ella, y que por lo mismo se evitó haber sufrido el peor trauma de la vida, que es el abuso con que son troquelados los menores. Nuestra dama, con el tiempo y no poco esfuerzo, se fue especializando en el muy estimado oficio de hacer el vago, dedicación que le dio no pocas satisfacciones, amén de la pérdida de todas sus oportunidades en la vida o lo que ella nombra como haber hecho algo bueno, o sea, no haber hecho nada. Es llegada la hora de decir que nació con sus ambas piernas mas bien torpes, pero a su vez con una muy tenaz voluntad de cambiar siempre de sitio, no hallando acomodo en parte alguna, fuera esta parte lo mismo cualquier institución consagrada al buen fin de hacer infelices a los cojos como ella, fuera un simple gimnasio o fuera el régimen. Dos lugares hubo, sin embargo, que le han enseñado todo lo que sabe. Uno fue el mar, que la educó en el difícil arte de flotar con ligereza a pesar de su oronda anatomía y al que estará por siempre agradecida. Y el otro fue la cama, el segundo instructor del que nunca huyó la dama y que la enseñó a leer infinitos cuentos y a escuchar con paciencia todo lo que tuviese a bien contarle ese tan admirado invento de Marconi llamado transistor, lo cual que, como siempre una cosa lleva a la otra y esta a su vez a la de más allá, fue el caso que nuestra señora Carmençcoise Soria se fue haciendo una muy reconocida gastatintas, una brillante borronera y una no menos reputada locutora. Todo ello, sin haber renunciado todavía a su excitante sueño, el más recurrente también, de tener algún día el golpe de fortuna que la permita, por fin, darse a la gran vida, si es que puede haber otra mejor que la suya.




VIOLACIÓN, TRABAJO
Rosa y adredista 0
Lara está trabajando ahora mismo en una tienda del mercado de Priconsa, en unos embutidos que hay al lado de la pescadería más grande del mercado, justo en una de las entradas. Como tiene que vivir, Lara no se queja y lo soporta todo, el trabajo y el trato un poco borde de los compañeros. Sobre todo, el jefe se pasa un poco con ella, pero consigue mantenerlo a raya. Al principio era peor. Le gustaría que compañeros y clientes fueran más respetuosos con las mujeres y con ella, porque todas sus sandeces le recuerdan a sus violadores. Lara vive sola y está más agusto en casa que tratando con la gente, pero lo cierto es que tampoco en casa se siente muy segura. Cualquier detalle, los rayos del sol entrando por la ventana, el grifo de gotea, el ladrido de un perro, todo la estremece, se siente en peligro, no consigue la paz. Tiene pocas amigas, pero ningún amigo. Los días que no soporta la inseguridad y el miedo, sale con las amigas, pero no es capaz de divertirse con ellas. Toma un poco de alcohol y, en vez de alegrarse, le vienen a la memoria las escenas más desagradables de su vida, esas que quisiera olvidar para siempre, y se entristece más todavía. Ha decidido no beber más nunca y soporta mal la música estridente de los pafetos y la babosería de los que quieren ligar, pero sigue llamando a sus amigas cuando está más sola. Porque Lara es guapa y joven, pero algún mecanismo se rompió en su cuerpo cuando aquel grupo de tíos la violó. Y ese mecanismo continúa sin soldar. Pasan lo años y ya lo único que soporta de su vida es la rutina. No sabe qué hacer con esta insatisfacción que la martiriza. Lo intentó con una psicóloga y se hartó de tenerse lástima y de llorar su tragedia. El problema para ella tampoco es reconocerse víctima, sino aprender a vivir sintiéndose un felpudo, que es como se siente. Los psicólogos no enseñan a eso, sólo saben ayudar a los ganadores. Pero Lara está muy cansada de estar rota. Y, mientras trabaja, no piensa y no siente. La rutina de trabajar es quizá lo único que la puede salvar. Por eso es tan buena trabajadora y el jefe la mantiene en la tienda, aunque no sea amable con él.













ÓXIDOS
Iñaki



Sus sonrisas parecen
de aluminio oxidado,
pasarían por sonrisas
ante cualquier fotógrafo,
pero tú no eras, por suerte,
su cámara digital,
tú estabas pidiendo
desde tu silla de ruedas
que te pusieran al wáter
o te limpiasen inexorablemente
el cagado culo
y mirabas su sonrisa
y veías el óxido
atorando su corazón,
decorando el rotundo fracaso
de su incompetencia
y marcando su inútil fortaleza,
que no consiguió
salvarlos del óxido.




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