La Verdad

Fonso
–¿Y qué es la verdad?
Esto fue lo que le preguntó el funcionario acomodaticio al guiñapo humano que tenía delante. Y, dándole la espalda, le condenó a muerte.
No esperó la respuesta porque sabía de antemano que aquel judío, a quien otros llamaban Hijo de Dios, le iba a contestar que él era la Verdad, el Camino y la Vida, y para el funcionario romano no había más Dios que el Cesar ni más verdad que su paga como gobernador ni más camino que el camino de vuelta a Roma, a ser posible más rico, ni más vida que disponer a su antojo de las vidas de los demás sin complicarse demasiado la suya.
Era mucho lo que podía perder escuchando al reo y nada lo que ganaba, así que, sin hacer caso de su mujer que le decía que lo soltara porque era inocente, se lavó las manos de la sangre de aquel hombre, que no hay agua que lave la conciencia, y mantuvo la condena.
Para mí, para Alfonso Gálvez Sánchez, y lo digo tan alto como pueda para que me escuche todo el mundo, Jesucristo, ese reo a quien Poncio Pilatos no quiso escuchar, sí es la Verdad sin fisuras y a esa verdad acomodo mi vida y gracias a esa Verdad no he tirado ni pienso tirar la toalla y gracias a esa Verdad puedo sonreír y ser feliz dentro de mis circunstancias.
Estas cosas son las que me han animado a predicar el evangelio entre la gente que me rodea. Lo malo es que, cuando me ven venir, me suelen dejar con la palabra en la boca.
Pero a mí no me importa porque algo parecido le sucedió a Jesucristo con Pilatos… Y no puede ser el discípulo más que su maestro.

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