El fatuo

Laura y adredista 1
En la calle Oudrid vivía Arturo. Todos le conocían por el mote de “PavoReal”. Quien me contó esto aseguraba que, desde su cuarto de estar, donde vivía feliz con el ventanal que daba a un hermoso jardín, le veía presumir corriendo sobre sus patines, aunque se caía a menudo.
Ha pasado mucho tiempo y ahora PavoReal va en silla de ruedas. Pero sigue siendo vanidoso, se le nota porque va estirado sobre la silla lo más que puede.
Cuando habla lo hace con dificultad y no se le entiende bien. Él lo sabe y se pone más nervioso al tener que reconocer sus fallos, y se estira más y más para hacernos ver que no tiene defectos. (N. de la a.: ¡Lo estoy poniendo bien! ¡Qué rollo tengo!) Presume de sus conocimientos adquiridos, según él con la lectura, aunque más parecen los documentales de la 2. Como a veces le falla la memoria, disimula con lo que se le ocurre en ese momento y nos cuenta más de una trola.
Siempre pensé que una persona en silla de ruedas no puede ser fatuo, a no ser que antes lo fuera en gran medida. Un compañero, supuesto amigo de él en la juventud, es quien me ha informado del PavoReal y quien me advirtió que siempre fue así y que, de niños, lo soportaban por puro compromiso. Ya os dije que fueron ellos, sus amigos de la infancia, los que le bautizaros con el mote de PavoReal.
En aquella época PavoReal presumía de saber conducir y se estrelló más de una vez con el coche. Hasta que tuvo el último accidente serio, el que le llevó derecho a la silla de ruedas.
Además de fatuo es tonto, pues no aprendió nada de la vida. Para seguir presumiendo de sus habilidades con la silla, intenta pasarnos por donde no hay sitio y suele golpearnos.
No es raro que alguien lo tenga que recoger del suelo por causa de estas imprudencias. Si le preguntan qué le pasó, siempre contesta que alguien con malas intenciones le había empujado.
Pienso que tipos como este seguirán siendo siempre igual: fanfarrones. Cosa que no es agradable, nunca me han gustado las personas engreídas, que se creen que son superiores a los demás. Yo prefiero a la gente sencilla.

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