Sentada del 13 de enero de 2011

MINIATURAS XVI
Iñaki

No creo en nada,
no creo, y simplemente
quiero creer.

No quiero escribir,
no me sale de los huevos,
jefe.

Moñas que suben,
moñas que bajan,
siempre las mismas moñas.

Qué tristeza es pensar
que la tristeza
sea universal.

No estoy seguro de mí,
no estoy seguro de ti,
¿de qué estoy seguro?

El silencio me come,
la soledad me agobia
y, por más que me muevo,
no encuentro el cariño,
¡si será porque tengo
que estar parado!



GUAPO GUAPO GUAPO
Rosita y adredista 0
Yo con tres palabras lo dibujo todo. Y con tres colores fuertes, el blanco y el rojo y también el azul. Así es el mundo.
Las tres palabras son: guapo, chulo y cabrón. Los guapos son blancos, los chulos sois azules y los cabrones son rojos.
Por ejemplo, los perros sois blancos y bastante guapos. Los caballos sois chulos, tirando a blancos pero azules. Y los toros sois cabrones, muy cabrones y muy rojos y muy locos.
Y las rosas sois blancas y sois perros, sois guapas. Los claveles sois azules y sois caballos, sois chulos. Y las margaritas sois rojas y locas, sois cabronas. Y el peral es guapo y rico y blanco y perro. El roble es azul y chulo y caballo y clavel. El chopo es muy alto y molesta al cielo, el chopo es cabrón y loco y rojo y margarita y toro.
Y por ejemplo Isabel Cruz es guapa y es rosa y es blanca y es perro y es peral y es húmeda y dulce. Ana es entre chula y guapa, entre azul y blanca, entre perro y caballo, entre peral y roble, entre clavel y rosa. Nano es entre chulo y cabrón, o sea, entre azul y rojo, entre clavel y margarita, entre roble y chopo, entre caballo y toro. No veo a ningún cabrón aquí, en el taller de escritura.
Mi marido, por ejemplo, fue un cabrón, un cabronazo, me hizo muchas putadas, estaba loco, era toro, era rojo, era margarita y era chopo, era un cabrón, un cabronazo.

CANSINO
José Luis
El Ole me pone de los nervios: cada vez que entra una chica en el vestíbulo de la residencia –ya conocéis mi manía de colocarme con mi silla estratégicamente en las esquinas más transitadas, lo cual no es porque sí– el Ole se abalanza, que él puede mover su silla y yo no, y le dice cualquier cosa.
Lo primero que consigue arrancar de ella es un beso, pero ahí no queda el encuentro. Si la chica no quiere un café, le ofrece un cigarrillo, y si no quiere nada, es Olegario quien se ofrece a acompañarla. Y si tampoco esta táctica surte efecto, ya ha llegado otra achica con la que enrollarse. Y yo sin chuparme un colín, allí, mirando desde la esquina como siempre.
El Ole es insaciable, se pasa todas las mañanas tirándose al cuello de todas las tías que entran por la puerta.
–Olegario, deja pasar alguna, que a mí también me pica.
Esto de no comernos ni un colín nos hace verdaderos obsesos. Pero a él le consuela llegar el primero. A mí, ni eso.
–Vamos a tener que ir a la universidad para engordar el ojo y tranquilizarnos un poco –le comento al Ole en los ratos que nos ponemos filosóficos porque no hay visitas.

No hay comentarios: