Sentada del 12 de mayo de 2011

MINIATURAS XXI
Iñaki

Tropezón sentimental,
sin razón estaba
en algún rincón
del corazón,
tropezón sin razón.

Huella que marcaste
en mi vida,
una huella que he seguido
devoto,
era tu huella.

Sonrío al amanecer
y sonrío al amor,
pero no tiene que amanecer
para que alguien te enamore.

Seguridad,
seguro estoy de que nos mientes,
no hay más seguridad
que la seguridad de que nos mientes.

Recoge cada hora de tu vida
y deja que huya el viento,
los silencios olvidados,
los malos pensamientos,
el viento.

Casualidad de amigos,
amigos de puñetas,
casualidad que siempre
te escuchan.

Llora y deja llorar,
llora tú y vuela
y que el viento seque
tus lágrimas.


SANTIDAD
Peva
Santidad, ¡y eso qué es! Según leo en la prensa, la santidad cada vez suena más a proxenetismo y proxeneta. Es la moda del momento, pues la mayoría de los curas tienen esa idea fija en su estrecha cabeza. Esto de los votos de castidad es ya una parafilia antinatural que nadie entiende, porque no es lógico. A todo ser humano nos gusta de vez en cuando dar gusto al cuerpo, que para eso lo tenemos. Y además, cuando eres joven el mismo cuerpo te lo demanda a gritos y, si no se lo das, vives muy insatisfecha y es malo. Porque luego pasan cosas la mar de raras. Lo más normal que se les ocurre a ciertos curitas es meterse a las páginas eróticas de mis favoritos. Lo malo es cuando se lo montan con tiernos infantes, que esto da más calorcito y más morbo. Y mientras, algunos padres, en su ingenuidad, confían a sus hijos a estos tipos y se sienten tan tranquilos, pues creen que se están comunicando con el mismísimo dios, en vez de trasteando con su ordenador por la red, que en internet no es tan fácil conectarse con el altísimo, aunque alguna página ya tiene por satélite, por lo que he oído. Yo la estoy buscando para ver si consigo que me quite, ya que todo lo puede, este puñetero virus que se ha colocado porque le ha salido de los cojones en mi ordenador. Y por supuesto que me gusta la SemanaSanta, pero es por las vacaciones. Recuerdo incluso que una vez, durante una SemanaSanta, mi padre nos llevó a todas a la playa de Cullera, a un hotel de lujo muy pijo muy pijo, junto a las olas del mar Mediterráneo. Allí todo era perfecto y confortable, y nos arrollaba la música del mar, pues las olas rompían contra una pared del hotel y la sinfonía excitaba los sentidos, transportándote hacia paraísos insospechados. Allí aprendí yo a soñar con mundos paradisíacos. Aunque todavía no nos podíamos bañar, esta sesión de mar nos reconfortaba por dentro y se notaba por fuera. El mar bien mirado es estéticamente perfecto, y un paseo por el puerto puede ser una experiencia estética de lo más gratificante. Bueno, estética no sé, pero es de lo más saludable, lo cual es algo que vende muy bien nuestra primera industria nacional. Y aquel gran vaso de naranja, natural como la vida misma, y sin pepitas, todo zumo de la huerta... Aquel zumo es casi imposible de olvidar, por más que viva y por más caprichos que me dé o licencias que me tome. En fin, que la santidad no fue nunca el placer, aunque ahora suene tanto a proxenetismo.


DUENDES
Carmen
Me gustaría un mundo donde los cojitrancos pudiéramos ir donde quisiéramos, donde los autobuses estuvieran adaptados y yo pudiera ir a buscar a mi familia, en vez de tener que venir ellos aquí. Sueño con el día, ¿es mucho pedir?, que el metro de Moratalaz o Estrella puedan servir para acercar a este monstruo de mi silla y a mí hasta mi familia.
También estaría divertido, aunque soy muy miedosa, que los planos verticales, estos que sirven para estirar nuestras malditas rodillas, se pudieran mover como sillas eléctricas y así circular por ahí tanto sentada como de pie. Ya lo soñaba yo en mis siestas de niña.
También sería bonito que los israelitas no fueran tan prepotentes y mimados por los yankis, y que se entendiesen con sus vecinos paupérrimos de Palestina. El conflicto israelopalestino no es el más tremendo de todos los que asolan el mundo, pero sí es la madre de todos los conflictos.
Aunque lo que más echo de menos son unas vacaciones en el mar, para mí y para todos nosotros, que nos pudiéramos librar de este maldito centro al menos por unos 20 días, como la gente que tiene piernas.
Pero lo más bueno sería que todos nosotros, los toros sentados, pudiéramos circular por cualquier parte.
Y también me hubiera gustado, en vez de ser una jodida minusválida, convertirme en un delfín que salta y vive en el agua, o en una buena nadadora de mariposa, que se hunde, pero estira la camocha otra vez y respira.
Y me hubiera gustado haber tenido más agallas para hacer muchas cosas y, en vez de construir mi propia cerradura y mi propia cárcel, haber ayudado a mi madre en sus dolores y depresiones.
Yo soy una persona con demasiada pachorra y calma, pero no sé decir que no a las peticiones de la gente. Me gustaría que alguien lo viera, en lugar de decir siempre que estoy dormida. Me gustaría que vieran y valoraran cómo me voy por ahí a visitar a la gente. O a escuchar a la banda municipal. Por cierto, que José María Martínez Muñoz, el director de la Escuela de Música donde se forma la banda, es amigo de mi amiguete, el muy salido pintor cojo Ángel Muñoz. Y acabo de descubrir que este tal director tiene mucha marcha y no está de mal ver. El próximo sábado lo volveré a ver, cuando actúe cerrando el actual certamen de Bandas.
Me agradaría que dijeran de mí que soy buena chica, en lugar de decirme siempre que no ando porque no quiero.

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