Y tú

Estrella
Y tú me dices, pequeña,
que contigo no puedo competir:
tú no sabrás lo que es una poeta
hasta que no me conozcas a mí.
Porque yo soy la crem de la crem,
la Estrella del firmamento
que todo lo hace fetén
y acabará con el tiempo
teniendo su monumento.
Yo no pienso dimitir
hasta haberte demostrado
que todo lo que llevo andado
ya no es nada comparado
con lo que puedo conseguir,
aunque tú no lo quieras admitir.
Permíteme un consejo, hermana:
pásate por el mercado,
aprende lo que es la patata
y piensa en mí,
por más que te dé la lata.
Y es que te he de recordar,
pues soy tu hermana mayor,
que todavía no sabes manejar
los programas de la lavadora,
ni planchar o pasar la aspiradora.
Como sigas de esta guisa
terminarás por pensar
que tu casa es la caja de Pandora
y te pasarás el día con esmero
quitando el polvo con el plumero
a las calderas de Pedro Botero.
Y tú me dices: “No puedo cocinar
porque me da miedo
encender el gas”,
y yo te respondo
que te tomes un bitterKas
y en tus manos confíes más,
que no la vas a cagar,
ya lo verás.
No te gusta cocinar
y te vas a lo más fácil,
a la comida latina,
pequeña pitufina,
y así estás de grácil,
y pim pam pum,
bocadillo de atún.
Y Miguel te ruega:
“fríeme un huevo”,
y mirándote se queda
con cara de percebo.
Pero tú le ofreces queso
Como a un ratoncito
Con un poco de lechuga
Y unos pepinitos.
Pero no quiero seguir
metiéndome contigo,
pues no lo podrías resistir.
En fin, que las Aries y las Tauro
hacemos buena pareja
y por eso estamos unidas
como en una madeja.
Te lo digo porque no es verdad
que yo quiera competir contigo,
te ofrecería hasta mi piel
para que te hicieras un abrigo.
Y tú no puedes conformarte
con unos ripios hiphoperos
para meterte con tu hermana,
es lo que menos esperaba
y por eso te he escrito
lo que me dio la gana.
Porque tú, pitufa, tienes madera:
si te pusieras a escribir
y el susurro de las hadas
te atrevieras a seguir,
crearías una riada
de relatos sin fin.
Y hasta el gatito Tito
estaría orgulloso de ti
como lo estará siempre
la tita Tita.
Ya no puedes ser veterinaria,
que te hubiera hecho muy feliz,
pues quieres a los animales
casi tanto como a mí,
pero sí puedes ser escritora,
que estás en la edad,
y tendrías a tu hermana,
que tanto te adora,
de admiradora.
Y así viajarías
a pueblos encantados,
a prados florecidos,
a bosques admirados,
a justas medievales
cabalgando unicornios
y sueños otros tales.
En fin, que te quiero mucho,
más que la trucha al trucho,
y la mano que me tiendes cogeré,
pero cuando mis sueños alcance
por fin te soltaré,
y que te den.
Muchos besos.

No hay comentarios: