Es una escena familiar...

Adredista 6
Es una escena familiar entre los del CAMF el hacer público un nuevo libro, y como en toda escena de parto de familia, las opiniones sobre la belleza del nuevo no están a discusión. Ni la belleza, ni nada; no es un tema abierto. Es como revelarle de qué trata una película al que está en la cola del cine.
Pero si la madre de la criatura es la misma que invita a celebrar el nacimiento de su Manifiesto saltamontes, es inevitable que surjan los comentarios.
Para tratar de escribir este comentario pregunté a Carmen Soria el por qué y el para qué de su libro. Sin dejar de aludir a lo penoso que pudieran ser algunos de sus motivos, ingenuamente mencionó también algunas de sus motivaciones prácticas: lo que pudiera ser de utilidad a todo mundo. Y esa mezcla de ingenuidad y decencia es algo que siempre he identificado y valorado en Carmen. Podrá parecer nada del otro mundo, pero si no hablo aquí de ello no es sólo por no revelar la trama de un argumento que podría estar ya en la balanza de un mercado, sino porque también estoy imbuido de la idea de que ya no somos niños de parvulario que necesitemos una estrellita más en la frente al final del día. Esto, para hablar de la parte de la paternidad, o maternidad en este caso, del libro.
En lugar de hablar de la criatura, preferiría pensar en el tipo de dispositivo que puede llegar a ser un libro: como instrumento liberador y dador de salud. Alguno dijo, con más elegancia, que todos los hombres viven por la verdad, y se significan por la necesidad de expresarse; que estudiamos o trabajamos en cualquier campo para poder exteriorizar nuestros secretos más dolorosos, que el hombre es solamente la mitad de sí mismo, que la otra mitad es su expresión. Carmen es expresiva, y también sintética. La frase “internet, su majestad Cósmica” sólo la he oído en la voz de Carmen Soria y no puedo estar más de acuerdo con esa intuición. Aunque la expresión haga eco de épocas que podrían parecernos pasadas, la sitúa por derecho (a Carmen) en estos tiempos, y en los que vienen. Que otros no se equivoquen al hacer la misma apreciación y puedan corroborar que Carmen acierta al intuirlo.
De ella también he valorado su capacidad de estar en las dos partes de la polémica: por el lado del clamor de la justicia, que la coloca del lado de los débiles; y, por el lado de la impartición de justicia, que la coloca del lado de los fuertes, a manera de garantía de realización, tal vez. Difícil intentar explicar algo parecido, pero volviendo a su libro, diría que espero que el más fructífero de los éxitos para su libro esté “atado y bien atado” y, que ese atreverse a ser ingenuo de sus propósitos prolifere de manera ilimitada y le dé la más íntima de las satisfacciones.

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