Sentada del 8 de septiembre de 2011


(Los adredistas estamos muy contentos por lo bien que ha sido recibido el libro Manifiesto saltamontes entre los lectores. Gracias a todos. Lo presentamos el día 2 de septiembre, viernes, en la FNAC de ParqueSur –gracias a ellos también– y la compañera Carmen Soria, su autora, nos leyó algunas de sus páginas más entrañables. Pero nosotros, sus amigos, también teníamos algo que decir en el acto. Es lo que publicamos en la sentada de hoy para que todos lo podáis conocer)


MANIFIESTO SALTAMONTES: EL LIBRO DE CARMEN SORIA
Adredista 1
Escojo hablar del libro y me equivoco, que lo sepáis, porque el libro es mucho más que una parábola de la vida contada desde la cruda realidad de una silla de ruedas. Este libro es Carmen Soria. El libro es también mucho más que Carmen Soria. Nos retrata a todos. Es un espejo en el que parece retratarse ella y en realidad nos retrata a todos individualmente y como sociedad, o sea, nos retrata a todos nosotros sin excepción.
Todos los espejos son impúdicos y crueles, no tienen reparo en insultarnos y les decimos mentirosos cuando nos enseñan la arruga o la calvicie. Este libro es un espejo muy amable, nos provoca con delicadeza y no nos insulta aunque podría hacerlo. Carmen nos pasea por su tiempo y por su espacio con la agilidad de un saltamontes ¡Quien lo diría! Salta de una residencia a otra, de una ciudad a otra, de un gimnasio a otro, de un corazón a otro y de una desesperanza esperanzada a otra.
Pero ella no saltará jamás de un paso de peatones a otro, al menos esa es mi impresión desde el primer día que la vi, estaba todavía con el susto en su cuerpo porque se le había atascado la silla en medio del tráfico. Le pregunté: “¿Qué te pasó ayer?” La contestación fue automática: “Nada, que mi silla y yo estamos reñidas con los pasos de cebra”. ¡Vaya con la Carmen!, dije para mis adentros.
Volvamos al libro. De su memoria sale la fuerza que le hace saltar como un insecto, y salta en dos direcciones: en directo por la línea del tiempo, hacia delante y hacia atrás, y en zig-zag por la línea del espacio, la de las ideas; es una auténtica saltamontes. Su vocabulario nos sorprende por culto y por “popular”, pero siempre exacto, y si no hay palabra apropiada se la inventa: desde escalenofobia hasta esparracao, pasando por iatrogénico, carcunda o carrera de baquetas... todo es armonioso en su texto. Hasta las palabras más vulgares en su libro se llenan de dignidad. Un ejemplo de ello: las 28 veces que nombra su culo, y siguen siendo dignos los tres. ¿Que cuáles tres siguen siendo dignos?: la autora, la palabra y por supuesto su potente y orondo culo.
Y hablando de dignidad: uno se siente un trapo cuando contrastamos nuestros valores con los de un Paralítico Cerebral. ¿Quién sería el primero que patentó ese nombre para llamar así a los que pueden tener paralítico todo menos el cerebro? Personas Diversas Funcionales como Dª. Carmen Soria nos convierten al resto en gusanos aparentemente independientes, porque en verdad vivimos atados a la carroña de una pobre movilidad recortada por la propaganda, el consumo y otros seres innombrables.
Tu libro, Carmen, nos hace despertar. Sé que has hecho un esfuerzo enorme para escribirlo, pero “La niña se ha lucido”, que diría Amparo, (sí, aquella fisio que fue tu cielo en el infierno y con la que te reías para engatusarla). Aunque tú no te has quejado, hemos notado en el taller de escritura la normal depresión posparto, también con ello nos enseñaste que el esfuerzo de parir un libro no es algo banal.
Cada lector sacará sus conclusiones personales cuando te lea, es lo correcto incluso si las conclusiones son contradictorias. Pero los libros como el tuyo nos empujan a rebelarnos contra los barrotes carcelarios y mentales, contra los escalones y escalafones (quizás sean lo mismo), y contra las dignidades indignas que nos coartan a todos.
Amigo lector, cuando llegues a los dos últimos capítulos olvídate de Carmen, piensa en un espejo distinto, un espejo tipo lupa de dos caras (las dos caretas que Vd. tiene) y si antes no se había visto finamente retratado en el libro de D.ª Carmen Soria véase ahora retratado, como si la autora le hubiera robado el alma poco a poco mientras Vd. leía embelesado. Es posible que al terminar el libro sienta algo de fobia de sí mismo, échele la culpa al mundo inmundo en el que vive, si esto sucediera a muchos quizás algún día nos salvaríamos todos.
A ti, Carmen, muchas gracias en nombre de todos los engreídos que nos consideramos normales y sólo nos diferenciamos de los diversos funcionales porque caminamos de pie y no en silla de ruedas, y gracias también en nombre de todos los diversos funcionales porque con tu libro enriqueces su dignidad. Ahora permíteme un pequeño consejo (ya sé que naciste receptora de consejos y que sueles hacer lo contrario), no es mío, es de Regina Brett, hazle caso si quieres, aunque sólo sea porque lo escribe una mujer a sus 90 años: “Haz las paces con tu pasado para que no te arruine el presente.” Si me atrevo a decírtelo es para darte la oportunidad de tirarlo desde lo alto del monte Taigeto y, si te parece lejos Esparta, te llevaré con mucho gusto a la Peña Regaña, que está más cerca. Allí puedes darte otro beso más, no sólo por no haber producido cosas inútiles para ensuciar este mundo, sino por escribir un Manifiesto Saltamontes que te hace merecedora de recibir un beso de todos los que lo lean. Gracias a todos por venir.


HOMENAJE
HeavyMetal
Me está costando bastante hacer este poema, no me gusta hablar bien de los vivos.
Carmen Soria es una amiga que admiro mucho, y este homenaje va a ser una fiesta para ella.
Se lo está pasando de puta madre. Miradla bien, que no siempre sonríe.
Yo la quiero mucho.
Lo mío es el rock and roll y no estas tonterías de escribir un libro.
Felicito a Carmen aquí, delante de vosotros, no tengo envidia.
A mi también me gusta escribir, pero lo mío es la poesía. Nadie me entiende.
El rock es mi vida y mi muerte, menudas movidas tengo cuando voy de concierto.
Siempre me mandan al 091.
Carmen Soria nunca me quiere acompañar. Haríamos buena pareja los dos.



ES UNA ESCENA FAMILIAR...
Adredista 6
Es una escena familiar entre los del CAMF el hacer público un nuevo libro, y como en toda escena de parto de familia, las opiniones sobre la belleza del nuevo no están a discusión. Ni la belleza, ni nada; no es un tema abierto. Es como revelarle de qué trata una película al que está en la cola del cine.
Pero si la madre de la criatura es la misma que invita a celebrar el nacimiento, es inevitable que surjan los comentarios.
Para tratar de escribir este comentario pregunté a Carmen Soria el por qué y el para qué de su libro. Sin dejar de aludir a lo penoso que pudieran ser algunos de sus motivos, ingenuamente mencionó también algunas de sus motivaciones prácticas: lo que pudiera ser de utilidad a todo mundo. Y esa mezcla de ingenuidad y decencia es algo que siempre he identificado y valorado en Carmen. Podrá parecer nada del otro mundo, pero si no hablo aquí de ello no es sólo por no revelar la trama de un argumento que podría estar ya en la balanza de un mercado, sino porque también estoy imbuido de la idea de que ya no somos niños de parvulario que necesitemos una estrellita más en la frente al final del día. Esto, para hablar de la parte de la paternidad, o maternidad en este caso, del libro.
En lugar de hablar de la criatura, preferiría pensar en el tipo de dispositivo que puede llegar a ser un libro: como instrumento liberador y dador de salud. Alguno dijo, con más elegancia, que todos los hombres viven por la verdad, y se significan por la necesidad de expresarse; que estudiamos o trabajamos en cualquier campo para poder exteriorizar nuestros secretos más dolorosos, que el hombre es solamente la mitad de sí mismo, que la otra mitad es su expresión. Carmen es expresiva, y también sintética. La frase “internet, su majestad Cósmica” sólo la he oído en la voz de Carmen Soria y no puedo estar más de acuerdo con esa intuición. Aunque la expresión haga eco de épocas que podrían parecernos pasadas, la sitúa por derecho (a Carmen) en estos tiempos, y en los que vienen. Que otros no se equivoquen al hacer la misma apreciación y puedan corroborar que Carmen acierta al intuirlo.
De ella también he valorado su capacidad de estar en las dos partes de la polémica: por el lado del clamor de la justicia, que la coloca del lado de los débiles; y, por el lado de la impartición de justicia, que la coloca del lado de los fuertes, a manera de garantía de realización, tal vez. Difícil intentar explicar algo parecido, pero volviendo a su libro, diría que espero que el más fructífero de los éxitos para su libro esté “atado y bien atado” y, que ese atreverse a ser ingenuo de sus propósitos prolifere de manera ilimitada y le dé la más íntima de las satisfacciones.


CARTA A CARMEN SORIA
Adredista 7
Aooo, Toro Sentado:
Llegar hasta nuestros oídos que tú escribir un libro: “Manifiesto Saltamontes”. Nosotros leer y emocionar mucho. Cuervo Alado quedar impresionado por la historia que contar sobre el Monte Taigeto. Sufrir por comprender que tú sentirte identificada con los espartanos que ser arrojados por ese monte.
Toda la tribu manifestar el deseo de acompañarte en cada una de las peripecias de tu vida. El tiempo no ser problema, pues ya sabes que manejarlo según una visión circular.. Todos desear que tú ¡al fin¡ “encontrar tu morada”, la que pertenecerte.
Extrañar que el libro no recoger la experiencia vivida en nuestra tribu, cuando tú acompañarnos ante gran jefe de EEUU, para entregarnos y poner fin a enfrentamientos y conseguir tu amnistía...
Nosotros haber suponido que tú reservar esa historia para un nuevo libro, que convertirse en bet-seller y hacerte más famosa.
Nosotros siempre respetar y seguir haciéndolo.
Un saludo diux
Tribu suix humkpapa


MANIFIESTO SALTAMONTES, LA CRÍTICA
Adredista 2
Cuando Marcel Proust dijo aquello de que “un buen libro puede cambiar el curso de una vida” estaba pensando en el Manifiesto Saltamontes de nuestra querida Carmen Soria Lascorz, que sus amigos presentamos hoy, en este marco incomparable de la FNAC, como primicia mundial.
Un libro que no es Lo que el viento se llevó, donde todo el mundo depende de la protagonista para que les saque las castañas del fuego, (lo contrario que nuestra Saltamontes, que depende de todos para salir adelante) y porque lo que se lee en cada una de sus 206 páginas no hay viento que se lo pueda llevar de nuestro corazón.
Algún parecido sí hay, que Escarlata O’Hara, una tarde reseca con un fondo de nubes rojizas sobre un cerro polvoriento, en actitud desafiante, la melena al viento, con un poco de la tierra roja de Tara en su puño cerrado amenazando el Cielo en un rebote importante contra Dios –porque la vida se le había puesto muy cuesta arriba– se atrevió a desafiar a la Divina Providencia diciendo aquello de: “A Dios pongo por testigo de que nunca volveré a pasar hambre”, palabras para mi muy discutibles porque nadie sabe con certeza qué va a ser de nosotros dentro de media hora… y una queja amarga y dolorosa, también, de nuestra protagonista, que acusa al Creador de no ser justo con sus criaturas, al permitir que a los malos les vaya bien y a los buenos no les salga una a derechas…
De los libros que he leído en mi vida, no recuerdo uno en que la protagonista se ponga tan de vuelta y media a cada salto de página. Si no supiera que es una bendita que lo aguanta todo, como me ha demostrado en los quince años largos que la vengo tratando en el taller de escritura de los lunes en CAMF de Leganés, en el programa de radio ECO Leganés y demás saraos literarios, pensaría que el Manifiesto está hablando de una persona muy distinta.
Es un libro, que recomiendo que leáis, en la seguridad de que no tiene una sola página con desperdicio, porque nos habla de la vida de un ser humano que desde su nacimiento ha estado luchando, con las armas de su indefensión, por ocupar un puesto en esta sociedad adversa en la que entró de cabeza, que se la apretaron demasiado con fórceps, y con malos pies, que nunca les sirvieron para andar como es debido.
La señora María, su santa madre, cuando ya le habían cortado la pierna izquierda y estaba ciega, le dijo a su hija, nuestra querida saltamontes: “Mari Carmen: no sabes hacer el juego y por eso estamos tan mal” No seré yo quien se atreva a interpretar el sentido de la frase, cuando la hija creía que su madre deliraba, pero se me ocurre pensar que quizá una carta mal jugada fue cuando, valiéndose de lágrimas engañosas y artimañas sutiles, consiguió que sus padres la sacaran del Sanatorio Marino de Górliz… Emplearé sus mismas palabras:
Había vuelto a casa, lo que había deseado durante los ocho o nueve meses de encierro. Habían tenido por fin éxito mis estrategias de boicot y les había engañado a todos. Pero ahora, otra vez en brazos de mi madre, oía sus cariños y no paraba de llorar porque intuía que me estaba equivocando, que no tenía que estar allí. Siempre he sido la contradicción en persona.
Pobre ingenua, mi mami: en casa nunca había hecho nada y continué sin hacer nada.
Tú mami, me tendrás que perdonar, porque aquello podría haber salido bien y podría haberte salvado de muchos sufrimientos, pero hice lo que me habías enseñado, o sea, nada.
Pasado el tiempo, su frase favorita era: “si yo te hubiera dejado en Górliz, profesora”.
Un capitulo, el tercero, que me ha producido una tremenda congoja y una cierta irritación contra la familia y contra mí mismo, porque me he visto retratado en cada uno de ellos: La hija que hace chantaje emocional a los padres con la tremenda fuerza de sus lágrimas; la madre que se deja vencer por su hija y por sus propios sentimientos, a sabiendas de que se está equivocando, y el padre que tiene muy claro que es un disparate sacar a la niña, “ porque la había visto reptar por el suelo como una lagartija y andar agarrada a los barrotes de las camas”, pero que cede ante la unión de las dos voluntades, que serán una piña para el resto de sus vidas.
A partir del siempre soñado Sanatorio Marino de Górliz, un Vía Crucis interminable por hospitales, residencias, gimnasios, cambios de domicilio, un no acabar de caídas, pinchazos, intervenciones quirúrgicas, conejillo de indias para experiencias quirúrgicas dolorosísimas, que la dejaban peor que antes. Y como telón de fondo, el sufrimiento de sus padres y de su hermano, sufrimiento del que ella se considera culpable, hasta el punto de repetir con demasiada frecuencia a los que la tratamos que mejor hubiera sido que la hubieran tirado por el monte Teijeto nada más nacer…
Es un libro grande porque te hace reflexionar sobre el valor de las cosas pequeñas: Cosas tan simples como levantarnos cada mañana, ir al servicio, tomar una ducha, lavarnos los dientes, disfrutar de un buen desayuno, ir a trabajar o venir al cine a Parque Sur; sentarte en un taburete para tomarte una cerveza muy fría o un café muy caliente sin usar una pajita y sin que se te caiga el líquido por encima; ir al servicio cuando lo necesites sin que otro te tenga que bajar los pantalones, y no digamos nada de ir a la playa o a la piscina o a la montaña sin ayuda de nadie y sin montar un numerito por todas partes…
Escuchemos lo que dice Carmen a este respecto:
La gente siempre nos ha mirado con cara de lastima. En la escuela, en el parque, en la playa, en la calle, en el cine o en las discotecas, es decir, en todas partes, menos en los sitios donde estamos recluidos.
Tengo la impresión de estar siempre estorbando, como si tuviera la sensación de pedir perdón por estar en este mundo.
No os podéis imaginar lo aburrido que resulta vivir desde que tienes uso de razón siempre con los mismos tipos marginados y frustrados, verlos crecer a tu lado y morir a tu lado, sin oportunidades, sin futuro, siempre lamentándose, siempre dando pena.
Pero retomemos el hilo de la crítica. Una persona a la que quiero, me dijo con los ojos empañados al terminar de leer Manifiesto saltamontes: “¡Qué vida más triste y qué pena tan grande!”
Yo pienso que ni Mari Carmen ni sus padres ni ningún ser humano a quienes la vida le ha tratado a zarpazos está dejado de las manos de Dios, que estas cosas tan terribles no tienen que pasar porque sí y que algún día se nos dará una explicación. De lo que estoy seguro es que Dios, como se ve en la película Qué bello es vivir siempre está dispuesto a mandarnos un Ángel antes de tirarnos, o de que nos tiren, por el despeñadero del monte Taijeto.
Tomaré del libro algunos de los ángeles que Dios le ha ido enviando a nuestra Carmen Soria hasta el momento: En primer lugar a sus padres que lo dieron todo por verla feliz; a su hermano Enrique aquí presente: “el hermano más paciente y cariñoso del mundo”; su prima Elvira que hizo muchas veces de hermana y de madre durante los primeros años de su vida; Amparo la fisio de Górliz “que fue su luz en el Sanatorio”; El doctor Magaz, de la Clínica San Carlos que “con su sentido común regaló un poco de esperanza a mi padre”. La profesora Carmen Cárcamo que le dijo cuando ya tenía 18 años: “¡Ay qué bien estaríamos con gente que supiera la mitad que tú”; Gloria Maribán otra profesora que la animó a que siguiera escribiendo porque aseguraba que lo hacía muy bien; María Victoria (Vicky) la asistente incansable, “una mujer que admiro, una fuerza de la naturaleza”; “Mis amigos de Alcuesca, los mejores amigos de toda mi vida: Adolfo Rulfo por ejemplo, pues no he conocido a nadie que me haya enseñado tanto a pesar de nunca haberlo tratado con la consideración que se merecía”; o Mercedes, “su alma gemela”; su directora de teatro Mayka “que si se lo hubiera pedido seguiría en el centro”; Jesús Garvín un cuidador bajito y manejable del que se enamoró nada más verlo “y que la llevaba partiéndose los riñones por esas cuestas de Dios”; el cubano Gilberto “el más macizo asistente personal que una coja pueda imaginar”; el director de la fundación Matías Herrera de Ávila: un tipo raro, serio, carca, meapilas y demás, pero que “nadie me había tomado tan en serio antes que él”; un fisio muy original Ricardo Munt de la Clínica del trabajo que nunca olvidará; “el ángel que mi mami hizo que pasara por allí, un tipo descomunal, como de dos metros de ancho y otro tanto o más de altura, que me vio caída y se ofreció a echar una mano, una pluma me pareces me dijo mientras me levantaba del suelo”; los grupos de voluntarios de Auxilia, la Frater y demás organizaciones altruistas que se partían el alma cuando la llevaban de excursión por Europa o de vacaciones con gentes de otros países o a darse un buen chapuzón en el mar, montando numeritos increíbles en los que todo el mundo arriesgaba los riñones con tal de que ella se reuniera con su gran amor, el agua… y un largo etcétera de buena gente... Sin olvidar al grupo de escritura de los lunes en el CAMF, que la queremos un montón, con Andrés Mencía a la cabeza; un señor cincuentón, casi calvo, mecenas sin dinero, albañil de las letras, constructor de historias, licenciado en filosofía y generosidad, escritor premiado pero no lo suficiente, que se dice ateo pero que se ha ganado el cielo haciendo de negro con alma blanca para sacar adelante historias como estas (como antes hizo con Ningún Rincón Prohibido, de Pilar Eva Palacios; De Vuelta a Palestina, de José Luis Roldán; o Jaula de Oro, de nuestro llorado Alfonso Gálvez Sánchez, que presentamos aquí mismo ahora hace el año… y un largo etc. que omito porque se va la tarde y ya está bien de tanto chupar micro…
Aún quedan páginas por escribir en la historia de Carmen Soria Lascorz, como nos quedan también páginas en blanco en cada una de las nuestras; solo Aquel ser justo y bondadoso, que apuesta fuerte por sus hijos, conoce el argumento de lo que va a pasar y el desenlace futuro.
Mientras tanto nos toca a los presentes seguir haciendo cosas como esta, para dar a conocer un poco más a esas personas solitarias que deambulan en sillas de ruedas por ParqueSur y que viven ignoradas en centros especiales, y para ir eliminando del diccionario palabras como discapacidad, minusvalías, subnormalidad, diversidad funcional... porque habremos conseguido hacer de este mundo un lugar más cómodo y sin tantas barreras y limitaciones.
Se puede hacer, se debe hacer, en esas estamos y un poco más nos comprometemos, porque en ello nos va nuestro propio bienestar.
¡Buenas tardes! y hacedme el favor de ser felices.



UN RESPETO A CARMEN SORIA
Conchi
Yo conocí a Carmen Soria en PACYS. Era una chica bastante alegre. Yo era más pequeña que ella pero siempre la admiraba, no sé por qué. A lo mejor era porque escribía mejor que yo, porque era muy lista, muy despierta y estaba muy atenta a las cosas.
De esto hace 40 años y casi lo único que recuerdo es la sensación de protección que tenía cuando estaba cerca de ella, como si Carmen fuera mi hermana mayor.
Siempre me fijaba en ella, en lo bien que leía. Yo intentaba imitarla... Bueno, un poco. Me habría gustado parecerme a ella porque, de toda la gente que había por allí, ella era para mí la más lista, la más inteligente.
Casi siempre estaba leyendo y parecía que lo aprendía todo con mucha facilidad. A mí me daba gusto cómo lo cogía todo tan rápido... Y me sentía orgullosa, como si lo hiciera yo misma.
Yo para todo era más lenta, aunque escribía muy bien a mano y leía de corrido, pero me costaba mucho más prestar atención a la profesora. Yo era muy distraída, no podía concentrarme.
En PACYS no estuve ni siquiera un año, porque me llamaron para operarme de las rodillas y me pasé casi dos años en el hospital.
Después de esta operación, no volví a ver a Carmen hasta 20 años después o por ahí, en este centro.
Cuando yo vine al CAMF como medio pensionista, ella ya vivía aquí y casi no la reconocí porque su fisonomía había cambiado mucho. Las dos estábamos más delgaditas que ahora, pero ella andaba con un andador y yo iba en la silla eléctrica, ella se hacía todas las cosas sola, era autónoma total, y a mí me tenían que ayudar a todo menos a comer.
Ahora, otros 20 años más tarde, las dos estamos un poco más gordas, tampoco tanto, y las dos somos dependientes. Pero ella acaba de escribir y publicar el libro de su vida, Manifiesto saltamontes, y yo, imitando un poco la gracia de Carmen para escribir, he ganado un concurso internacional de Cuentos de la Diversidad.
Y sigo admirando a Carmen Soria, aunque ella dice que no vale nada y yo le digo: “Tú eres tonta, tú vales mucho”.









MINIATURAS XXIV
(Iñaki)


Un libro,
una mujer,
ocho mil renglones,
ocho mil sentimientos
con ocho mil lágrimas de cariño.


Escritora maravillosa,
con una tristeza maravillosa,
de un amigo maravilloso.







LAS COPLAS DEL MANIFIESTO SALTAMONTES
Adredista 2




Como en otras ocasiones
De similares eventos
He venido muy contento
Para ofrecer mis canciones


Ante todo procurando
Con estrofas consonante
Lo que diga en adelante
En el clavo vaya dando


Deseando en lo que hago
Poner un toque de humor
Por amargo que es el trago
Se acepta mucho mejor


Una vez me he presentado
Al tema le meto mano
Que destaca por lo humano
De los muchos comentados


Hoy quisiera hacer la glosa
De un relato muy potente
Del mundo del diferente
En situaciones penosas


Es un texto como pocos
Que al tocarte el corazón
O te vibra de emoción
O yo mucho me equivoco


Donde trata de la historia
De la mujer más humana
Que dio la tierra soriana
Y de nombre Carmen Soria


Cuya vida fue marcada
Al comienzo de sus días
Por la cruel minusvalía
Que la tiene secuestrada


Que tiró para adelante
En este mundo inclemente
Con la ayuda de su gente
En su vida a cada instante


Con virtudes y defectos
Que la cabra tira al monte
Esto dice el manifiesto
Manifiesto saltamontes


Un sinfín de sinsabores
En el texto encontrareis
Si, como espero, seréis
De sus palabras lectores


El dolor que es tan frecuente
En la vida y soslayamos
Hasta el día que topamos
Con la desgracia de frente


Quisiera decir con esto
La verdad que sobrecoge
A todo el mundo nos coge
Lo que cuenta el manifiesto


Que ya ha sido comentado
Por los otros compañeros
En este punto yo quiero
El tirar por otro lado.


Que esta tarde comentemos
Un libro tan importante
En gran parte lo debemos
A un señor que está delante


Un señor que convendría
En el acto hacer mención
Pintan calva la ocasión
Es su nombre Andrés Mencía


Un señor descamisado
Medio calvo y sesentón
Que me tiene enamorado
Porque es todo corazón


Que se dice no creyente
Y a pulso se gana el cielo
Que lleva mucho currelo
Escribir con diferentes


Exagerado no he sido
Tenéis que tener en cuenta
Que un libro sale de imprenta
Tras un largo recorrido


Todo un curro del carajo
Pero Andrés no se cansa
No cobra la pasta gansa
Y carga con el trabajo


Aparte de Carmen Soria
Que también ha prologado
Yo recuerdo tres historias
En que ha colaborado


El primero que he leído
Con atención y despacio
Es Ningún rincón prohibido
De Pilar Eva Palacio


El siguiente ¡cosa fina!
Escrito en el mismo plan
Fue De vuelta en Palestina
De José Luis Roldán


También el tercero ha sido
Escrito con gran decoro
De nombre Jaula de oro
De Alfonso Gálvez querido


Cuatro vidas diferentes
Con tan solo un objetivo
El mantener siempre vivo
El mundo del deficiente


Que se sienten marginados
En los centros especiales
Y por tanto separados
De los llamados normales


Estas coplas resumiendo
¡Leed las biografías!
Y dejadme para otro día
el libro que estéis leyendo

1 comentario:

Anónimo dijo...

xGracias por todos los comentarios
barmen soris