El que manda


Conchi
Mi padre llevaba los pantalones en casa. Él era quien traía el dinero y por lo tanto se hacía lo que él quería.
Pero mientras mi padre estaba trabajando, los pantalones los llevaba mi madre. Nos traía a todos como velas.
Yo a mi padre apenas lo veía, solo durmiendo. A veces le hacía caso, solo cuando me interesaba, para conseguir algo que mi madre no me daba.
Cuando no le hacía caso, mi padre también me echaba la bronca, pero yo me lo pasaba por el forro de los ovarios, me entraba por un oído y me salía por el otro, no le tenía miedo.
En el fondo, mi padre me daba mucha seguridad y yo sabía que tenía que hacerle caso en todo lo que me decía. Pero como era una cabezota, siempre tiraba por la calle del medio.
Mi padre quería que estudiase, que fuese la más estudiosa. Decía: “Lee y escribe, que así subirás el listón cada vez más alto”. Pues bien, especialmente en esto jamás le hice el menor caso.

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