Sentada del 24 de mayo de 2012




UNA GRAN MUJER
Laura y adredista 1
Nadie se explica que una joven alemana, a quien la temprana muerte de su madre le obliga a emigrar en los años 40, escoja como destino la España de posguerra. Sobrevive los primeros tiempos como traductora de alemán, justo hasta que conoce a un joven médico en paro. Los dos salieron ganando, pues se daban apoyo económico y emocional. Antes de un año se casaron. La boda fue muy sencilla, dadas las condiciones de vida de los dos. Y los asistentes, los justos: por parte del novio sus padres y un hermano, por parte de la novia su compañera de piso, la misma que le acogió por pena el día que llegó a Madrid. 
Andrés pasó a ser D. Andrés un mes más tarde, cuando recibió el primer sueldo como médico rural. Mª. Antonia, su mujer alemana, se sentía feliz ayudando en lo que podía a todas las personas, pensaba que enseñar alemán en medio de la pobreza no era perder el tiempo y en ello se ocupaba. La nueva familia creció a gran velocidad, llegaron a tener seis hijos. Un cáncer fulminante terminó con Andrés apenas nacido el sexto. Mª. Antonia no se derrumbó, luchó como sólo una madre alemana puede hacerlo. Logró que uno de sus hijos alcanzara el título de Ingeniero Industrial y que una de sus hijas terminase Enfermería, los demás se quedaron en simples obreros. Han pasado los años y todos viven de forma aceptable en Madrid, tienen hijos sanos, menos las dos pequeñas que se mantienen solteras. Con frecuencia los niños preguntan por su abuela Mª. Antonia, a la que apenas conocieron. La respuesta es siempre la misma: “era una mujer de mucho coraje, nos sacó a todos adelante sin medios y sin marido”. 


EL DIVORCIO DE MI PRIMO
Conchi
Mi primo Juan tiene dos niños y ahora se está divorciando de Manuela, su mujer, que se ha quedado con el piso y con los niños. Él se ha ido a vivir a casa de su madre hasta que encuentre un piso para estar más cerca de sus hijos, Lucía y Sergio, para verlos los fines de semana. Pero Manuela, para hacer daño a Juan, se lleva a Lucía y Sergio a casa de sus padres para que mi primo no pueda verlos, así que Juan tiene que ir a escondidas a casa de sus exsuegros para poder estar un rato con sus hijos.
Juan, además de primo, es gilipollas, porque no solo le ha dejado el piso a su exmujer y le paga la pensión de los niños, sino que le pasa un tanto de su sueldo. Aunque sabe que ella trabaja a escondidas, que se lo ha dicho su hija Lucía, que tiene 11 años.
Él cree que cuando por fin se divorcie las cosas le irán mejor, pero yo creo que no. Ya veremos lo que pasa.


RENCOR
Fernando
A Pilar siempre le gustó el baile, desde pequeña, pero semejante afición no le daba más que disgustos. Hasta el final fue así. Su deseo era ir a una academia para aprender a bailar, pero la idea no le parecía bien a su padre. Él pensaba, y tenía sus razones, que lo mejor para ella era que estudiara otra cosa.
La negativa de su padre provocó que Pilar se fuera de casa muy pronto, con el consiguiente disgusto de sus padres. De nada valió que el padre permitiera que Pilar bailara, si a la vez continuaba estudiando. La hija ya no atendió a razones.
–El baile es la pasión de mi vida. Ni tú ni nadie me va a quitar este sueño –le dijo a su padre
Pilar estará en la academia tres años. Tiene que trabajar noche y día, lo mismo de camarera que de azafata de congresos o de repartidora de pizzas. Su cuerpo está sometido a un ejercicio diario extremo, pues el alquiler, la academia y todo lo tiene que paga con su trabajo.
Al cabo de estos años de esfuerzo se ha convertido en una bailarina deslumbrante, precisa, ligera. Cuando baila es cuando el cuerpo de Pilar descansa, y esto se nota en el escenario. Su cuerpo es pura expresividad, no parece que haya esfuerzo en ninguno de sus pasos.
–Ayer me llamó Alejandro, un amigo de toda la vida –comentó a Pilar su profesor cuando terminaba el curso– Es coreógrafo y busca una bailarina fiable para su compañía. Le he hablado de tus cualidades y tomó nota. Te llamará, no te asustes. Te recomiendo que hagas la prueba con él, no dejes pasar esta oportunidad.
–Gracias, profe, no me asusta bailar. Lo que me asusta es no poder bailar.
–Vas a tener muchas oportunidades.
Alejandro llama a Pilar por fin. La bailarina hace la prueba y el coreógrafo queda maravillado por la plasticidad del cuerpo de la aspirante, por su expresividad, pero sobre todo por la frescura de cualquiera de sus movimientos, lo mismo da el más complejo que el más elemental.
Contrata a Pilar y es a partir de aquí que la vida de ella da un giro total.
El baile ocupa ahora todo el tiempo de Pilar, pero su cuerpo no tiene límites, es una máquina de fascinación.
Tanto y tanto es su talento que Alejandro se acostumbra a exigirle lo imposible, pero Pilar no tiene límites. Ensayos, viajes, representaciones en cada vez teatros más espectaculares. Alejandro se descubre muy pronto colgado por completo de Pilar.
Y a Pilar termina por ocurrirle lo mismo. Nunca lo había sentido como su domador o su torturador. Al contrario, comenzó a agradecer a Alejandro todas y cada una de las imposibles figuras que su cuerpo dibujaba en el aire. Y se enamora perdidamente de él y baila todavía mejor y más ligera.
Alejandro se ha olvidado de que tiene una familia y Pilar se ha olvidado de que su cuerpo es material, de carne y hueso, de este mundo.
Volvían a Madrid, la compañía estrenaba en Madrid de nuevo.
La mujer de Alejandro y madre de sus hijos ha conseguido entrada de butaca en la primera fila para el día del estreno. Comienza el baile y esta mujer también se siente fascinada por la expresividad de la primera bailarina. Avanza la representación y es ya un hechizo lo que siente.
Casi se olvida de lo que ha venido a hacer al teatro. Cuando Pilar se dispone a atacar los últimos movimientos, esta mujer ha abierto su bolso, ha sacado un revolver muy grande para la mano que lo empuña, ha elevado con esfuerzo el cañón y ha disparado. Una única detonación. Fue suficiente. La bailarina, que flotaba, cae pesadamente sobre las tablas, muerta. Los espectadores no se lo pueden creer, no pueden aceptar lo que han visto, que aquella bailarina que flotaba fuese de carne y hueso.
Alejandro es el primero en llegar ante el cuerpo caído de Carmen, para socorrer a su amante. Y ha visto a su mujer, todavía con el revólver en la mano.
–¿Qué has hecho? Has matado al cisne, ¿cómo puedes estar tan llena de rencor?

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