Carmen
Cuando
yo era joven entraba por la parte de atrás de los buses para no
molestar a la gente. Y a veces tenía problemas porque no querían
abrirme las puertas, sobre todo los chóferes novatos, y mi padre me
tenía que subir en volandas. Eran tiempos en los que la parálisis
cerebral se mezclaba con subnormalidad o Down y nos torturaban con
algo que llamaban erróneamente Pedagogía
terapéutica.
¿Cabe mayor error? ¿Pero de qué cura la educación, si no es de la
ignorancia?
Tardaron
10 ó 14 años en hacer un centro para discriminarnos, en Orcasitas.
Sólo había otro centro en Carabanchel, al que yo no quise ir por
temor a mojar la cama, como de muy chica en Bilbao. Dicho centro en
Orcasitas imagen quiso ser de otro de Barcelona, que para mí era
mucho mejor en todos los sentidos que el de los madriles, mejor
equipado y más integrador.
También
tuve amigas epilépticas que estudiaron con monjas la primaria y que
después las echaban del instituto porque decían los profes y las
familias que asustaban a las compis.
Alguna
amiga espina bífida tuvo que tener profes en casa porque en los
colegios no querían cogerla.
En
los colegios especiales el problema era que cada cual estaba en un
curso diferente y todo era un poco surrealista. Las puertas de los
baños eran estrechísimas y menos mal que éramos más jóvenes y
por ejemplo yo me podía poner en pie mejor que hoy. Pero tenía que
hacer filigranas para entrar allí.
Hoy
día hay muchos baños con agarradores. Pero es de lamentar que los
hospitales, que son los primeros que deberían dar ejemplo, la
inmensa mayoría no tienen agarraderos ni bañeras propias.
Hoy
también hay algunas clases de integración con chicos diversos
funcionales, pero a veces se quejan de que no todos los profes les
hacen examen oral a los lentos en la escritura.
En
Leganés, por ejemplo, ya hay algunos autobuses adaptados. Pero hubo
que luchar mucho para convencer al conductor para que bajara la rampa
cuando era solicitada. Les daba pánico. No pasaría nada, sin
embargo, si el conductor tuviera un ayudante para estos casos. En
algunos sitios de Barcelona lo hay, pero hay que llamar previamente
para que te recojan en un determinado sitio.
En
algunos edificios antiguos, como el Circulo de Bellas Artes de
Madrid, es todavía una odisea poder entrar, un verdadero calvario,
con lo cual nunca puedo ir a leer el Quijote en abril, el día del
libro. Todavía queda mucho por hacer.
Para
mí es indignante que haya un programa ADO para deportistas, que se
enriquecen con medallas, patrocinios, etc., y, además, les
recibimos como a héroes por una mierda de gol o una mierda de nada,
y no haya un programa ADO para científicos e investigadores, con lo
útiles que serían sus estudios para toda la Humanidad.
Es
molestísimo ver cómo los platós de televisión se llenan de gente
pidiendo caridad para tratamientos en el extranjero de sus dolencias,
o hasta se organizan partidos de fútbol para beneficio de algún
enfermo más apurado. Lo ideal sería que estos tratamientos se
hicieran aquí. Somos un país que no tiene casilla para la Ciencia
en la Declaración de la Renta ni becas de estudios decentes para los
investigadores. ¿Por qué la Iglesia sí tiene casilla y la Ciencia
no, con la cantidad de científicos que se han cargado los obispos,
quemándolos en la hoguera? Los misioneros dicen que hacen alguna
buena labor, no sé por qué los perdono de culpas.
Todavía
queda mucho por hacer. Ahora nos dejan entrar en los museos, y hay
rampas, pero no quieras ir a ver la sala de El Bosco en el Museo del
Prado en silla de ruedas, que te vas a enterar de lo que es el fin
del mundo. Antes nos decían en muchos sitios que no podíamos entrar
porque estropeábamos las alfombras. Tuvimos que decirles algunas
veces, educadamente, que compraran otra.
Algunos
países, como Suiza, tienen un vagón trasero en el transporte
público para ancianos y minusválidos, o sea, el dinero al servicio
de la segregación, como si fuésemos mascotas. No sé por qué en
España no lo hay, esto sería ya Heidi.
Ahora
la gente nos mira con menos caras raras, pero hace unos días me topé
con un señor de aspecto magrebí –entre nosotros, nunca se nos ha
quitado la cara de moros a los españoles– que me dijo con todo el
morro que yo estaría mejor muerta. Pienso si no tendría un hijo
discapacitado y se le haría muy cuesta arriba ser su asistente,
además de su padre.
En
Estados Unidos les ponen multas de muerte a los conductores que
aparcan en sitios reservados para discapacitados. Aquí nunca pasa
nada, ni siquiera cuando aparcan los coches en los pasos de cebra con
rebaje. Pero hay rebajes, que algo se ha avanzado.
¿Por
qué no avanza la ciencia para nosotros? ¿Es que todo tiene que ser
productividad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario