Un amor de pesadilla


Fonso
Le conocí con 20 años en una discoteca y pensé que era el hombre de mis sueños. Pero el caso es que ha venido a ser el hombre de mis pesadillas.
Sus padres, de familia bien puesta, se quedaron gratamente sorprendidos al conocerme el día que Alfredo, que así se llamaba mi hombre, tras mucho insistir, me convenció para que fuera a visitarlos.
Y él me devolvió la visita a no tardar. Y a mis padres les pareció que, aunque yo era ligeramente mayor que él, unos meses, hacíamos una buena pareja.
Pensábamos casarnos al terminar los estudios cuando un suceso desgraciado se interpuso en nuestras relaciones. Fue ello la presencia constante de un fuerte de dolor de cabeza que anunciaba una enfermedad en mi cuerpo, de esas que se conocen como raras porque desconocemos su origen, y a veces hasta su evolución. El caso es que producía en mí un extraño cansancio y me obligaba a pasar la mayor parte del día en la cama.
No mejoraba y, ante la nueva situación creada, Alfredo lo habló con sus padres y estos le aconsejaron que lo dejáramos. Porque, de seguir y casarnos y tener hijos, estos podrían heredar los padecimientos de la madre, o algo peor.
Se avino Alfredo a estas razones y sus padres le compraron una moto para compensarle del disgusto. Porque el caso es que él seguía queriéndome y estaba un poco desesperado con la situación. Con tan mala suerte que un día, que había bebido más de la cuenta, tuvo un accidente que le rompió la columna vertebral.
Y hete aquí que, a la postre, el destino nos hizo quedar en tablas. Eso sí, con la balanza ligeramente a mi favor, porque lo mío no evoluciona mal y tengo esperanza incluso de curación, pero lo que es lo suyo, que se ha roto la médula espinal, es para toda la vida, mientras el cuerpo aguante.
Y ahora fueron mis padres los que intervinieron, cuando los suyos nos pusieron al corriente de estos hechos, negándose a que restableciéramos nuestras relaciones por las mismas o parecidas razones que habían esgrimido los suyos para darme el plantón.
Y no nos vemos y yo continúo pensando en él. ¿Entendéis ahora por qué un amor puede convertirse en una pesadilla?

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