Conchi

Si no hubiese sido tan despabilada la comadrona mandándome al cementerio de los abortos yo sería una chica con las piernas en buen uso y no dependería siempre de esta puta silla.
Al poco de estos acontecimientos –yo ya había perdonado a mi madre y ella a mí– la señora Nati, mi madre, me llevó al médico, pero en aquellos tiempos no sabían mucho de la parálisis cerebral. Nadie había oído hablar todavía de la plasticidad del cerebro y todo eso. Si me hubieran estimulado un poco (o sea, un poco mucho) con gimnasia y eso, a estas horas podría estar andando. Pero en lugar de eso me agarré la polio, la meningitis y el sarampión, o sea, de todo, que era una cosita muy frágil, y por eso me quedé así.
Mi madre me llevaba todos los días a
Mi abuela Lola y mi abuelo Pepe cruzaban al hermano algunos días hasta el colegio. Porque mi madre todos los días me tenía que llevar al hospital a hacer una rehabilitación de mierda. Y mi hermano estaba un poco bastante abandonado.
Claro está, mi madre se creía que iba a andar algún día, pero al final me operaron de los abductores y me jodieron del todo. Me llevaba mi madre a gimnasia y salía como entraba. Y digo yo: “¿Para qué me han torturado así, a mí y a toda la familia, si no ha valido para nada?” Mira cómo estoy ahora.
A los niños ahora, cuando nacen, les hacen estimulación precoz. Y hay colegios adaptados, como el Trabenco de aquí al lado, pero antes, nada. Ahora nos integran a los PC (Paralíticos Cerebrales, digo) en colegios normales, para que todos seamos un niño normal y nos podamos hacer con el tiempo unos pequeñoburgueses normales, egoístas y miedosos como todos.
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