DIVERSIDAD MALDITA
Los ojos de Fatana están fuera de los sueños en las calles de Afganistán. Dentro de su burka, la luz no desvela los milagros.
Amina, que fue dueña de una noche del amor, y su hijo pequeño, no pueden sentir el calor de las montañas de Nigeria. Las piedras que quieren matarla no tienen el suave tacto de aquel día de besos.
A Fela, perdida en Senegal, no le van a dejar nunca las caricias un vuelo de caballitos de mar. Cuando los ancianos de Bambara le hicieron la ablación, la niña que aún era ahogó para siempre los manantiales de su cuerpo.
En Ciudad Juárez, Lupe ha puesto su condición de mujer fuera de los caminos, perdida de miedo y de cuchillos.
Carmen, en España (¿o fue en cualquier lugar del sinsentido?), no recuerda ya la fiesta de la ternura desde que vive en una casa de acogida. Su marido no puso en ella su deseo compartido, le puso las heridas,
Françoise, hija de un país del primer mundo, no es que lleve más que cualquier hombre las manos al vacío. Sólo es más pequeño su salario, más sombrío su trabajo.
Hoy, como cada día, el mar está lleno de horizontes. Por las riberas de la espera, como desde hace tanto tiempo, los jinetes recorren las grandes explanadas...
...Fatana, Amina, Fela, Lupe, Carmen, Françoise... nombres del mar, de la explanada..., para el poema –un día será hermoso- que estamos escribiendo...
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