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DESPRECIO

Aquella tarde se sentó en la puerta a esperar mientras observaba la calle. Vio que se acercaba una mujer hermosa, de pelo liso y piel cobriza, y desvió con desidia la mirada para otro lado hasta que la sombra de la mujer se perdió en la lejanía. Volvió a mirar a la calle, e instantes después su mirada se cruzó en el camino de un hombre joven de cara negra brillante y sonrisa amplia en la boca. Cerró los ojos para no ver su presencia cercana, hasta que intuyó que habría salido de la calle por la esquina opuesta. De nuevo miró a la calle, y esta vez sus ojos se encontraron con los ojos rasgados de una niña de piel suave con una tonalidad amarilla que rodeaba aquellos inocentes ojos. Elevó la mirada hacia el cielo, hasta que se percató que había desaparecido de su vista, para no sentir los pasos inocentes cuando pasaban a su lado.
Siguió sentado en la puerta el resto de la tarde. Cuando ya anochecía, apareció delante de sus ojos un hombre y una mujer con un pelo igual que su pelo, y una piel igual que su piel, y unos ojos iguales que sus ojos, y sonrió al verlos, y sintiéndose feliz los saludó abriendo la mano en lo alto, y les dijo un hola que se quedó congelado entre sus labios cuando la pareja pasó mirándole con desprecio porque tenía solamente un brazo, y en ese momento, mientras permanecía solo, lloró y deseó ver de nuevo a la mujer de piel cobriza, y al hombre de pelo ensortijado y negro, y a la niña de los ojos rasgados para decirles un hola y saludarles con su única mano.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Soberbio relato donde queda reflejado que ir contra la diversidad es ir contra uno mismo. Todos somos distintos, al tiempo que todos somos iguales.
Este es un relato que, a pesar de su innegable valor literario, no obtendrá votos. Se admiten apuestas.

Anónimo dijo...

Hay algo demasiado artificial en el relato: cuando cualquiera se sienta a la puerta de casa a ver pasar la vida no suele hacerlo para rechazarla -me refiero a cualquier personaje literario, no al compadre o cotilla, más abundante en las barras de los bares que en las solanas. El relato se hace irreal, casi onírico, o sea, utópico. Pero el caso es que hay necesidad de utopía aquí, en este lugar, y para ser de este lugar ls utopís no puede dibujarse como un sueño, sino como la vida misma. No sé si me explico, pero querías un comentario y es lo que se me ocurre. Por lo demás, estoy seguro de que escribirás relatos perfectos, si insistes.

Anónimo dijo...

Personalmente, me gusta cuando en los escritos no queda tan "brusca" la forma de decir algo, es decir, utilizando algunas herramientas literarias se podría haber notado que el joven no tenía un brazo. Sin embargo me gustó. Me gustó de verdad. Solo varía la forma en la que lo escribiría cada persona. Quizá debió ser un poco mas sutil, no por posible ofensa de nadie, sino porque justo esa oración contrasta con la metodología que planteaba la obra.
Del 1 al 10, para mi sería un 6! es mucho! al mio le pondría un 4 jeje.

Anónimo dijo...

Me gusta pero al principio te lias un poco reflejas muy bien el paisaje multiracial y multicultural pero lo deberias haber. mas resumido la discriminacon ya no es noticia muchagente se queda mirandito aun
haber hecho que el prota se enamorre y se levante ¡¡sigue intentandolo no desespess si tienes el gusanillo debes mejorar

Anónimo dijo...

¡Por Dios! Aquí aparecen todos como doctos y experimentados escritores dando consejos de cómo escribir en lugar de opinar de lo escrito. Estoy convencido de que el autor se habrá arrepentido de pedir un comentario; le tratan como un novato.

Anónimo dijo...

Me ha gustado. Y seguro que a muchos que hayan podido leerlo!