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Mientras espero un aventón
pienso en mi hambre,
me sostengo en la carretera de una taza de café.
El auto se detiene,
no lo he parado, increíblemente, no lo he parado.
Voy para el centro -me dice el chofer-,
me subo y agradezco, entra en la gasolinera.
-un momento, por favor-.
Hago un gesto de conformidad.
Total ¡con esta hambre!
Miro al frente a través del parabrisas.
Otro hombre se acerca, lento,
con un pie corto aferrado a un hierro y una mano tullida.
Es joven aún, me propone unos caramelos largos,
niego con la cabeza, ¡con esta hambre!
Me mira suplicante: -ayúdeme, por favor-,
me dice con su lengua torpe, con hambre.
Sin pensar, busco en el desamparo de mi bolso.
-Es de menta -, susurra,
que Dios se lo pague.
Casi sonríe, me da la espalda con su grillete
y vuelve a su intemperie.
Por la noche,
mientras espero otro aventón,
pienso en su hambre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que lastima tener minas de oro y tener que venir tan lejos a pasar miserias "tan pobre y misero estaba ...muy triste pero muy bien escrito tienes burn futuro para escribir ... haz algo mas alegre en el proximo