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El Creador de Sueños

Menta la leyenda, que en una isla alguna vez, un viejo ermitaño asesinaba con piedras a quien rondaba la zona.
Mi padre, un aventurero navegante, me contó historias sobre él, de esas que en una noche silenciosa encantan nuestras emociones.
El tiempo pasó y mi padre creyó que era momento de mi primera travesía.
Aprendía rápido mientras navegábamos, pero una tromba nos sorprendió.

Fue tan repentina que apenas pude observarlo lanzarme por la borda con un salvavidas mientras la embarcación se desvencijaba, entre las furiosas olas de un mar gélido y desolado.
De alguna manera llegué a tierra firme. Estaba aturdido y no observaba señal alguna de mi padre o su barco.
Trémulo me adentraba en arenas desconocidas, hasta que una avivada fogata me detuvo.
Continué mi camino y a lo lejos atisbé a un hombre encapuchado a la orilla del mar, que escogía piedras y luego de vocear las arrojaba al mar.
Me acerqué con sigilo y percibí que las piedras no resonaban al caer en el agua, debía estar delirando.
De improviso, recordé la leyenda de “el asesino de las piedras”. Aterrado giré para desandar camino y lo vi frente a mí.
Estaba petrificado, mas él me extendió su mano y me ofreció un puñado de piedras.

Dijo: - cuando elijas una, asegúrate que sea la mejor.
Así lo hice, tomé la más bella y brillante.
- Ahora, tómala con fuerza y pídete creer en tus sueños.
Asimismo lo desee y sentí como la piedra se volvía lábil y animada.

- Lánzala y hazla libre como el viento, como el niño rebelde que nos trasciende, el cual sólo desea ver volar sus sueños - exclamó.
Así fue que descubrí por qué las piedras vuelan y revelé con gran asombro, que el encapuchado era mi padre, quien lidera con sus historias los sueños que alimenta con ánimo y valor. Es un héroe, para quienes como él, creen en sí mismos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una contundente alegoría en tiempos donde la profunidad de las cosas parece ahogarse en la marisma de la obviedad. Muy bueno.