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Superhéroe

No te confundas. Aquí donde me ves, soy un superhéroe. Vale: hoy me he olvidado la capa y las mallas, pero el heroísmo va por dentro.
Yo tengo poderes, lo creas o no. Puedo mover objetos con la mente. Puedo hacer que mis juguetes aparezcan con sólo llamarlos. Puedo hacer que mi mamá ría y llore al mismo tiempo. También puedo hacer que grite y luego me pida perdón, pero casi nunca quiero eso.
Mis poderes se multiplican por la noche. No, no es por el pijama de Spiderman. Es cuando nadie me ve. Cuando todo está oscuro, y mi mamá se queda dormida enfrente de la tele encendida (es que está agotada de tanto trabajar, eso dice ella), me levanto de la cama y corro. Corro doscientos mil kilómetros. Surco los mares submarinos. Y vuelo. Vuelo a la velocidad del rayo. Algunas veces tengo que pelearme con diversos peligros que nos acechan. Doy puñetazos a diestro y siniestro, pero después perdono a mis enemigos, porque ellos no tienen la culpa de ser tan malos y además no saben que soy tan fuerte. Siempre gano.
De día, disimulo. Voy en una silla de ruedas. No ando. Hablo poco. Pero me esfuerzo. Mi mamá dice que algún día andaré y hablaré y comeré solo y estudiaré una carrera y tocaré la guitarra y montaré a caballo y tendré una novia, si quiero, y luego dice un taco que no puedo repetir. Yo la creo: ella lo sabe prácticamente todo. Por algo lleva mirándome desde que nací. Me mira muy fijamente, cuando cree que no me doy cuenta. A veces suspira. A veces habla y me cuenta sus planes. Otras veces sólo me achucha y no dice nada. Eso es lo que más me gusta. ¡Me encanta cómo huele!
No recuerdo a mi papá. Pero, si quieres saber mi opinión, tampoco era Supermán. Aquí, los superpoderes los he heredado de ella.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonito, sencillo pero cargado de sentido y sensibilidad, enhorabuena al autor/a.