Caballito de mar










Iñaki



Era un caballito de mar
y no tenía que pensar.
Pero sí pienso, porque
soy un caballito de mar
que nunca ha visto el mar.


La siesta interrumpida
por un griterío
de mujeres cotillas,
han roto mis sueños,
malditas sean,
ya no hay solución.

Alguna vez pensé en casarme,
alguna vez pensé en equivocarme,
qué pena, ni me casé ni me equivoqué.

Treinta y dos acordes
para la guitarra,
treinta y dos palabras
para esa mujer
que la acaricia.

Este hombre tropezó,
este hombre se cayó y se levantó,
y cuando por fin se despertó
continuaba enamorado.

Se mintieron una noche
y cambiaron la felicidad
por ese rato de hipocresía.

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