La crisis

Carmen
Jonathan se pasa la vida tumbado en el sofá y su madre desde la cocina le gritó de nuevo:
–¡Jonathan! Ya podías recoger un poco tu habitación, en vez de hacer sofating. Hace un año que no das un palo al agua.
–Calla, vieja, no te rayes, que estoy viendo el partido. Y ya tengo bastante disgusto, que pierde el Atleti con el Oporto.
–El Atleti es que has cateado siete otra vez, como el primer trimestre. Podías centrarte un poco, que has cumplido 16 años.
–Ya sabes que yo no voy estudiar, me voy a colocar de mecánico en el taller del Pelos, que me va a enseñar a derrapar.
–Claro, y a mangar coches, como ha hecho él toda su vida.
–El Pelos era heavy, yo soy más rapero. Sólo necesito una chupa muy guay que he visto en ParqueSur. Son 120 euros.
–Estamos al límite para pagar la hipoteca y tú pensando en una chupa de marca. Acaba siquiera la ESO, que piden el graduado para cualquier cosa.
–¡Y me quedo sin chupa! En cuatro días con el Pelos me saco yo los 120. ¡Gooool! Menos mal, ya empatamos. ¡Vamos a ganar!
En ese momento llegó Rufino, el padre, muy cansado de la obra.
–Hijo, ¿cómo va el Atleti?
–Chungo, ha empatado el Kun, menos mal.
–Menos mal. Porque yo vengo muerto, ¿y tu madre?
–Por ahí, rayada.
Rufino se va a buscar a su mujer a la cocina.
–¡María! Me echan de la obra. Que la constructora no le paga al pistolero y que suspende la contrata.
–¿Y cómo vamos a pagar la banco la hipoteca?
–Mujer, algo encontraré. En la obra me estoy matando, ya no nos daban ni botas para currar agusto.¿Y tú?
–Yo hago lo que hago, más horas no puedo echar.
– ¿Y la chica, Eva, qué tal va?
–Sigue en la peluquería, pero la han cateado una.
–¿Y el chico?
–Nada, como siempre.
–Pues que se ponga a trabajar.
–Si es lo que él quiere. Pero ese no me va a soltar lo que gane para pagar al banco, como hace Eva. Ya está pensando en comprarse ropa. Pero tiene que sacar al ESO.
–Hombre, no va a trabajar y además darte a ti el dinero.
–Regáñale por lo menos, que ha vuelto a suspenderlo todo.
–Sí, me va a oír.
Y Rufino se vuelve al salón con una lata de cerveza en la mano.
–Hijo, ¿seguimos empatados?
–Y gracias. En defensa estamos fatal, Leo Franco nos está salvando de la goleada.

No hay comentarios: