El punto de vista

Conchi
Me daba miedo denunciarle, porque me hubiera pegado una paliza todavía más fuerte. Y cualquier día me hubiera matado. Pensé muchas veces en escapar a casa de mi tío, por ejemplo, para que no me pillase, porque, como no sabe donde vive, allí estaría a salvo con mis hijos. Pero podría verme algún conocido y decírselo y me encontraría y vuelta a empezar. Ya me había dicho que como me vaya me va a matar. Y no sólo a mí, sino a mis hijos.
Irene, como sólo tiene 7 meses, todavía no se daba cuenta de las palizas que me pegaba su padre, pero Gerardo tiene 3 años y lloraba cuando oía cómo Paco me pegaba. No lo veía, porque lo encerraba en su habitación con la luz apagada. Pero el niño se ponía a gritar y daba tantos gritos que a veces algún vecino llamaba a la puerta. Entonces Paco dejaba de pegarme y, en cuanto el vecino se iba, volvía a golpearme de nuevo todavía más fuerte, después de tapar con esparadrapo la boca de Gerardo.
Me daba miedo que empezase a pegar también a mis hijos, así que me he adelantado y comencé a cocinar con muchas especias, para que no notase el sabor del matarratas y tal. Al principio Paco se extrañaba, pero saboreaba los platos y decía: "Sabe la comida más sabrosa, muchas gracias, mujercita".
Cada día me siento más fuerte porque Paco ya no me pega, porque no puede, porque cada vez se siente más débil. Primero se fue notando más flojo, hasta que ya no pudo andar ni pudo levantarse de la cama para ir al servicio.
Paco es feliz porque yo le atiendo muy bien. Y yo soy feliz porque le queda poco tiempo de hacernos sufrir.

No hay comentarios: