Gracias por el otoño




Carmen


Bendito sea Dios que creó el agua
para que nuestros pies y manos pesen menos
sumergidos en ella,
para que nos sintamos más ligeros y libres,
el único sitio donde yo me puedo mover con libertad,
un poco, al menos.
Pero maldito sea Dios, en mi opinión,
por dar inteligencia a los hombres
para inventar redes de arrastre y desaladoras
con que agredir a mi querido mar, que tanto me relaja.
Bendito sea Dios por el sol que da calor y luz
para que yo me tumbe en la playa o en la hierba,
y me eche una buena siesta,
porque, lo que es el frío, lo detesto.
Y bendito sea Dios por permitir a Marconi
inventar la radio, que tanto me acompañaba
en mis peores días,
conectándome con las vidas
de los que siempre estaréis lejos de mí,
incluso me conecta a mi madre, al recordar
que me aconsejaba no abusar de la radio
y buscar compañías más calientes.
Pero maldito sea Dios, que creó Soria y los iberos y los baceos
para ser el pueblo más rácano del mundo
y para que su racanería soriana equivocase a mi papi
en la encrucijada entre la ceguera y el sufrimiento
de mi madre y yo, maldito sea Dios y mi origen soriano.
Maldito sea Dios por el petróleo
y maldito sea por la dinamita de Alfred Nobel,
porque ambas cosas alimentaron muchas guerras,
y alimentan ahora la invasión de Irak,
que dentro de poco no va a quedar ni una mosca
en ese pobre país, con tanto coche bomba,
no va a quedar ni un solo árabe de pie.
Bendito Dios, que inspiró a los aztecas el chocolate
y los bombones, que nos permiten momentos tan dulces.
Y bendito sea Dios por darme amigos,
que me sacan de viaje por España y así,
y que cualquier cosa que les pido me la dan,
con mis amigos he llegado lejos, muy lejos,
donde nunca me hubiesen llevado mis piernas o mis sueños.

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