Sentada del 2 de octubre de 2008

AMORES DIFÍCILES
Conchi
Mi prima Macarena se casó con un muchacho llamado Alfredo. Desde el primer día que empezaron a vivir juntos las cosas no iban bien. Se gritaban mucho y terminaron tirándose cada día alguna cosa a la cabeza, una vez reproches, otra un plato, otra un vaso. Se estaban quedando sin vajilla. Menos mal que el friegaplatos lo tenían empotrado y no se lo podían tirar porque, si no, uno de los dos habría acabado mal. A mi prima no le gustaba el comportamiento de su marido.
–Alfredo, o cambias o me separo de ti –le dijo un día.
Alfredo creyó verle las orejas al lobo.
–Sí, voy a cambiar, Macarena, –prometía– pero tú también tendrás que cambiar en algunos aspectos.
–¿Como cuales?
–Por ejemplo, no me mandes lavar la ropa, porque yo no lavo la ropa.
–Perfecto, yo tampoco. Contrataremos a una persona que nos haga las cosas de la casa, los dos estamos trabajando y yo tampoco tengo ganas de llegar de la oficina y seguir trabajando en casa. Y cocinar, a medias, y la compra, a medias, y fregar, a medias, que a mí también me gusta sentarme en el sillón a ver la tele.
–Estoy de acuerdo, vale. Y ahora tráeme un vaso de agua –le pidió Alfredo, que estaba sentado en el sillón, como de costumbre, viendo la televisión.
–¡Vete a tomar por culo! –le gritó Macarena, harta de su comportamiento– Hasta aquí hemos llegado.
Se separaron y no hubo más discusiones ni platos rotos.
Con el tiempo, Macarena conoció a un chico, Pepe, empezaron a salir juntos y hoy son una pareja casi perfecta. Macarena terminó encontrando lo que soñaba y ha entregado a Pepe toda su vida. Y ha dejado de tirar platos.




OTOÑO
Iñaki



La brisa de otoño habla,
pero no habla para todos
porque no todos pueden
escuchar su palabra...
Ni el otoño escuchará
la brisa de la palabra
que no se dijo.


Estuvo en mis entrañas,
estuvo dentro de mis entrañas,
nadie pudo estar tan dentro.


Ella estaba al final del sendero,
él estaba al comienzo,
y ninguno de los dos se movió.


Palabras llenas de colillas,
palabras llenas de aburrimiento,
cuántas colillas llenas de aburrimiento.


Callejón del olvido,
melancolías,
vengo a beber aquí
de la lata de cerveza
todas mis lágrimas.


¿Quién pide perdón
con el daño ya hecho?
Yo me emborrachaba
y pedía perdón
y seguía bebiendo.


Viento que se alejaba de tu vida,
viento que se miraba en el mundo,
viento que aventaba tu alegría.


Palabra callada,
sonrisa apagada,
gesto confuso,
andares perfectos,
momento perplejo.



LA PARED
MaryMar y adredista 0
Me gusta colocarme con mi silla de ruedas de espaldas a la pared. El maestro, en la escuela, me puso de cara a la pared algunas veces y yo recuerdo aquel castigo como una muerte. Me sentía expulsada del mundo, fuera. Una vez, una cuidadora me puso también de cara a la pared. Fue en el centro de día de San José de Valderas. Decía que yo era muy mala. Me llené de rabia aquel día, me sentí derrotada.
Una pared blanca ante mí, sólo una pared ante mis ojos es un abismo más grande que el mar. Y a mí me dan vértigo los abismos. Sin embargo, con la pared a mi espalda veo el mundo tal cual es, el mundo que pasa por la calle, los pájaros volando, los niños jugando, las hojas secas a merced del viento, los árboles desnudos y los hombres y las mujeres tristes. La pared a mis espaldas me protege del abismo que, cuando estoy frente a ella, se me aparece. Es curioso esto que me pasa. Con tantos muros como hay en ella, y una ciudad puede ser un océano y un tornado y una sima y un peligro. La ciudad nos cobija y nos ha civilizado, pero también nos amenaza. Así de contradictorias son las paredes, por eso que yo prefiero la pared a mis espaldas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Adredistas, sólo os envío mi cariñoso empuje para que sigáis escribiendo así de bien, con sentimiento y buen hacer. Es un arma de combate infalible para las amputaciones del cuerpo o/y del alma. Felicidades a todos y a los maestros del taller. MMM

...ADREDISTAS dijo...

Gracias por tus palabras MMM, queremos que nos visites siempre y que siempre haya algo para ti. Un abrazo