Memoria de ausencias









José Luis




Amor,
fuiste la brisa
que ha llenado mi vida de alegría.
Te alejaste, huiste al otro lado del mundo,
pero ayer te veía buscándome
entre las máscaras del carnaval,
no volviste nunca
pero estabas aquí,
a la puerta de la residencia, amor.

Amor,
estoy solo,
soy tan huérfano
que hasta la soledad me abandona,
pero he hecho el camino, amor,
e hice enemigos
y conocí los malos pensamientos.

Amor,
no soy libre:
ofrezco aquí mi vida a los verdugos
por un poco de libertad
para esta especie de los arrecogidos,
tú me enseñabas la generosidad,
pero no soy libre.

Amor,
no olvido,
no puedo olvidar
un corazón grande
en el cuerpo animoso de la mujer
que escribió las palabras
que dictaba mi dolor más fuerte,
el de tu ausencia,
tu mano hizo el milagro
de que no te murieras, amor,
podrida en la memoria.

Hice el camino, amor,
e hice un amigo,
se llamaba Santiago
y comía a mi lado,
comía en mi mesa
y era un bálsamo
que me ayudaba a comprender
hasta tu ausencia, amor.
Pero murió, amor,
murió Santiago.
Y murió José Luis,
otro gigante,
otro muerto envuelto en el misterio
que expresa a los maltratadores,
moría un luchador, amor,
otro gigante.

Amor,
pienso en mi padre,
también ha muerto,
pero nunca creyó en mí
y me duele más su desprecio
que su muerte, amor.


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