Una pesadilla

Carmen
Me entero de que los amigos del mío grupo de vacances están planeando un viaje hasta la Holanda de los molinos y los tulipanes. Es el viaje que siempre soñé y no paro de darle vueltas, si podré o no podré viajar con tantos pañales y el enorme peso de mi culo, si tendré que alquilar grúa o no, si tendré tantas dificultades como en Murcia, que tuve que llamar al 112 para levantarme porque todos los colaboradores se iban marchando. Total, que me acuesto pensando que mejor no iré para no dar trabajo a la gente, pero no paro de ver, como si estuviera delante de mí, la furgoneta gris de los viajes, los pañales que no caben en el coche y que hay que colocarlos en el último rincón. Y yo que discutía si quedarme o no en Madrid, pero en estas y las otras llegó el momento de echar mano a la pasta, de buscar el dinero para pagar el viaje y, por más que buscaba y buscaba, no tenía los 300 euros, y entonces di el número de mi tarjeta y tampoco había saldo en mi cartilla. Empezaban a echarme la bronca todos y yo estaba toda asustada y cortada, cada vez más llena de sudores. En ese momento desperté y sentí un enorme alivio. Otra vez que no había sido más que un sueño mi sueño de viajar a Holanda. Lo mejor de todo es que continúo soñando con ir a Holanda y, sin embargo, yo ya estuve allí.

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