Sentada del 12 de junio de 2008

SOLES
Isabel
He cogido un sol que enciendo de noche. Y tengo estrellas que iluminan mi casa. Cuando sale la aurora boreal de mi polo norte veo libélulas de muchos colores y las meto en un frasco de cristal hasta que mueren de asfixia. De día revolotean las mariposas, que caen en la red de mi cazamariposas. Las cojo en mi mano y las devuelvo a la libertad y vuelan juntas otra vez en un silencio pulcro y limpio. Una ardilla juguetona se rasca con los dientes su cola marrón. Veo su panza color beige cuando salta de una árbol a otro, pequeña como una ratita mi ardilla voladora, de membranas en las axilas. Y un colibrí vuela tan de prisa, mueve tan rápido sus alas minúsculas, que no puedes dibujar el trazo de su vuelo. He cogido un sol que enciendo de noche.

SOLEDAD
Rosa y adredista 0
Parece mentira que seamos tantos los habitantes de esta ciudad o esta acera y que, sin embargo, estemos tan solos. La soledad es insufrible para muchos que no están a gusto con lo que tienen o lo que son, es esta una soledad que multiplica los silencios alrededor.
Hay otras soledades, sin embargo, porque la soledad tiene remedio fácil. Echamos de menos a la gente que nos falta, eso es inevitable. Mi madre, por ejemplo, no volverá a visitarme. De hecho, también llegué a extrañarla mientras vivía, pues venía poco a la residencia, pero lo de ahora es distinto porque es definitivo, no volveré a verla. Los que hemos ido dejando en el camino nos acompañan en los recuerdos. La casualidad puede volver a juntar a viejos amigos, pero ya no se harán la misma compañía imprescindible de cuando entonces. A veces la soledad se llena de fantasmas y esto no hace sino confirmar que estamos solos. Pero hay soledades sin drama. A mí, por ejemplo, me acompañan los libros, sus historias, sus lugares. Cuando leo, los personajes de mis libros me sacan de paseo, me llevan de la mano por su vida y sus derrotas, y estas zozobras que me regalan llenan mi habitación. Los amigos que más me acompañan, sin embargo, para qué negarlo, continúan siendo los amigos, los compañeros, vosotros, los que venís algunas veces a verme a la habitación. El mexicano, por ejemplo, siempre me arranca una sonrisa, pero hay alguno más. Seguid viniendo.

SOFOCÓN
ElHaevyMetal
Cómo estaba Genoveva, la muy zorra, con sus 19 años. Su novio, que también la acompañaba a Lourdes, pillaba unos mosqueos de la ostia. Pues yo le echaba unas miradas a la Veva que me quedaba pasmao. A Lourdes no fui a rezar, como es natural. Los cuatros días, de jueves a domingo, engordando el ojo. Lo único que valía la pena eran las chicas que nos cuidaban, el día 6 vuelvo a verlas a todas en la Almudena de Madrid. La ciudad de Lourdes, en Francia, fuimos en autobús. Me servia la comida una chica, cómo estaba, se llamaba, no recuerdo muy bien pero tenia un culo que no puedo olvidar. La procesión de las antorchas, por la noche, todos con una velita. Y todas las mañanas, misa. El día que tocaba en la gruta, te helaste de frío. Sí que daba miedo pasar por allí, tenías que estar en un silencio de cojones. La iglesia subterránea tiene una cuesta de cojones también, ideal para que los cojos salgamos corriendo. Me llevaba el novio de Genoveva, que es un poco cabrón. Bien sabe Dios que lo tenía hasta en la sopa, pero yo prefería a Genoveva. Íbamos al pueblo, que estaba cerca del hospital, a tomar café. Y todo lleno de tiendas con objetos de regalo, es un negocio redondo. No compré nada, tampoco me interesaba nada de lo que allí había. A Genoveva y las chicas las habíamos traído nosotros.

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