Sentada del 23 de abril de 2009

TIEMPO II
Peva
Había llegado a dos conclusiones, en el capitulo anterior sobre este tema del Tiempo, una, que el tiempo es tan objetivo y tan subjetivo como el individuo que lo mide, o sea, que la física va de culo si monta todo su edificio logicomatemático sobre esta magnitud, y dos, que para que no se nos escape el tiempo hay que hacer lo que interesa deprisadeprisa, o sea, sin perder ni un minuto, para no tener que dar la razón a mamá cuando decía aquello de “¡hija, no me da tiempo a nada¡” Pues bien, quiero subrayar ahora, y si me contradigo no importa, ya me lo agradeceréis, que hay dos o tres cosillas que se requiere hacerlas despacio, como si la vida se detuviera en ese momento, como si el tiempo no existiera o fuese algo irreal, que digo yo si no lo será, como si el instante fuese algo fantástico y único, algo irrepetible. Estoy hablando, por ejemplo, de hacer el amor, de follar. Hay que hacerlo sin prisa pero también sin pausa, concentrada, dándote cuenta de que puede ser tu último polvete. Tienes que concentrarte en lo que estás haciendo, porque es un trabajo que no es trabajo, es un esfuerzo que hay que llevar a cabo con todos los sentidos de tu cuerpo bien despiertos ¡o sea, a ser posible, de mi cuerpo! Son esfuerzos que te dan la vida, porque al fin y al cabo ¿qué es un polvo? Un polvo es la vida. Y, además, una vida que se comparte en la cama, o allí donde te pille, que la geografía del ayuntamiento carnal es global, como la crisis actual, que compartes con tu pareja, quiero decir, aun si tu chico es una especie de bestezuela. Pero hasta aquí parece que se estaba portando el niño y, claro, hay que dejarlo que termine, que lo intente tanto como sepa y pueda, hasta que consiga hacerte feliz. Después ya discutiremos lo del cepillo de dientes. Porque, eso sí, que ni se le ocurra dejarlo en la repisa de mi lavabo, eso sí que no, ¡estaría bueno¡ Ya puede estar contento si, al acabar la faena, le permito echarse un pitillo, lo cual es ya un regalo, dado que mi menda no fuma, que lo mas normal sería que tuviéramos algún tipo de comunicación mas gratificante, como por ejemplo una charleta para conocernos mejor, que ya sé que yo hablo mucho, pero sólo cuando estoy acompañada, que no es sino muy pocas veces, y también a mí habrá que comprenderme. En fin, que hacer el amor esta la mar de bien, pero también hay algo más, y tan fundamental, y es ello la comunicación verbal, que surge de otro órgano sexual importantísimo en el cuerpo humano, que se llama cerebro. El cerebro es la parte más brillante y hermosa de mi naturaleza, o sea, de mi cuerpo, y por este motivo me gusta que intervenga activamente en cualquier vivencia mía, ya sea buena o mala. Y si es en un polvo, pues miel sobre torrijas. En este caso, hasta le daría un sobresaliente al niño, pero que no se lo crea, porque el cepillo de dientes no se queda en la intimidad de mi repisa por mucho que me hable después, o me deje hablar. Porque yo también me lo he pasado de película, pero las películas buenas se acaban, como todas. Y, además, para qué ir siempre a la misma peli si hay estrenos cada viernes y, a veces, buenísimos. Porque luego está lo otro, que a estas alturas de mi vida, una ya no se conforma con el primero que llega. En fin, contradicciones, el tiempo es lo que tiene, que tienes que follar, pero también tienes que hablar, y las dos cosas muy despacito, y para todo no da. Además, está el puto cepillo de dientes, que puede ser una amargura en la vida de la pareja, y es la gran incógnita, como los pedos, el circulo mágico. Por si no había quedado claro, hablaba de sexo, no de amor, que, ya lo digo yo, amor es una palabra de cuatro letras, dos consonantes, dos vocales y dos idiotas.


ANDADOR
HeavyMetal
Qué importante, para mi es la pera, me gustaría poder con él.
Se lo has dicho a Miguel, el fisio, que te enseñe a caminar con un andador.
Los mismo que te está enseñando a manejar la silla de motor, pues que me enseñe con el andador.
Yo qué sé. Utilizar la silla eléctrica es una crucifixión para mí, aunque no renuncio a ella. Se lo dije y lo apunto en su agenda.
Con la silla eléctrica me siento bastante incómodo, yo creo que no es el momento.
Estoy un poco tronco ya, un poco tocho, ya mis tendones no tienen mucha flexibilidad, me estoy haciendo mayor sentado en esta silla de ruedas.
¡Y tú puedes ponerte de pie! ¡Y puedes caminar!
Yo qué sé, me veo capacitado para esa experiencia del andador.
Si lo consigo, qué demasiado. Se lo recordaré a menudo a Miguel.
Que pueda ir hasta Callao en el metro con ese aparato sería yo qué sé, sería la hostia.
Soy luchador.
Cuando voy ahora a la Gran Vía veo mucha gente por allí, a diversos funcionales, a tipos en su andador.
Se lo has comentado al chico, a Miguel. Pues vale, aunque yo no tengo envidia de nadie.
Se lo has dejado caer. Que me haga caso o no, eso ya depende de él.
Lo dudo, la verdad, que me haga caso.
¡Pero que nadie te diga que no puedes! Qué sabe nadie, tú puedes.





VERDADERA VIDA
Carmen
Pienso a veces qué hubiera sido de mi vida si, en vez de vivir desde niña sin obligaciones, pero sobre todo sin motivaciones y criada como una inútil, hubiera estado en un colegio y se me hubiera exigido lo que a cualquier otro niño, o incluso en algún sitio más productivo o más eficaz para sacar de mi naturaleza todo lo que pudiera dar de sí, en vez de haber llevado y tener que llevar esta vida tan asquerosa de saltamontes, de residencia en residencia y de grúa en grúa, con todo el mundo que me trata llamándome gorda, y tan absolutamente inútil. Lo pienso, pero ni a soñar con audacia me enseñaron, ya ni me atrevo a soñar.
Cuánto daría ahora mismo por estar en un balneario, en alguna piscina, en el agua, haciendo lo único, o casi, que verdaderamente me gustara, flotar, levitar, sentirme ligera y acariciada.
Pienso que mi auténtica vida, la única que ha sido mía de verdad, la vida que gocé, era cuando estaba en Alicante caminando por la playa, chapoteando y nadando. O mojándose mi trasero, sorprendido por el capricho de las olas y la manía de mi madre de vestirme como a una esquimal... Yo era feliz allí.
Y sigo pensando cuál será el papel de los cojitrancos en este cochino mundo, si somos realmente un alguien o un alien, un complemento de la sociedad o un incordio para todos. Porque nadie quiere ser un cojitranco. Todos queréis ser Claudia Schiffer, esa evidencia de que el resto de los humanos somos otra cosa.
La verdadera vida está en alguna parte que no es mi casa.

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