El fuego de la creación

EL FUEGO DE LA CREACIÓN
José Luis
El Jueves estuve con un compañero llamado Eulogio. Leímos varios cuentos suyos. Al mismo tiempo, me daba una lección de cómo se debe intentar la escritura. Apenas puede moverse, y sin embargo, no deja de impulsar su camilla en busca del interés del nuevo día.
Me pueden preguntar el motivo que le lleva a escribir. Me parece que no tuvo una vida fácil, pero desde el primer momento supo cogerse a muerte contra la nueva esclavitud de su enfermedad. Escribe lo mejor que sabe y de lo que sabe, que es, mayormente, sentirse atado a una camilla, en semiarresto domiciliario en una residencia, ignorado por los más, pero siempre animando un fuego en el que arden sus propios pensamientos.
Su mejor amigo, benefactor "a la francisca" de las palomas –antes del edicto de expulsión del reino de Leganés–, le critica algunos versos. Como aquellos que rezan:
“Cuidadora, cuidadora
¿Es ya de mear la hora?”
Y le asegura que con el producto de la venta de uno de sus libros, más un euro del bolsillo, se puede uno comprar una cerveza en el chino del barrio. Eulogio no se inmuta, pues sabe que una sola frase feliz reduce a la nada su desdicha e impulsa su vela de creador.

No hay comentarios: